MUJERES DE AUSERD, DESTINO DE REFUGIO DE QUIENES LLEGARON POR EL DESIERTO ESCAPANDO A LOS BOMBARDEOS DE MARRUECOS. CAMPOS DE REFUGIADOS DE LA REPÚBLICA SAHARAUI. |
Lo único que sabíamos era que era destructivo porque los árboles se partieron en mil pedazos. La onda expansiva llegó a incendiar todo lo que era la periferia de donde cayó la bomba. Las bombas caían del cielo y todo era llamas, humo y destrucción.
Intereses económicos sobre una franja rica en pesca y fosfatos, con potencial en hidrocarburos y otros enseres. Integridad territorial esgrimida a los intereses políticos de un monarca que hoy descansa en tumba de oro mientras gobierna su hijo en continuidad de mandato heredado. ¿Será que todavía es tarde para despertar de este mal sueño? ¿Acaso interesa la dimensión de lo que sucede en el Sahara Occidental? ¿Hace falta describir el horror?
Ya no te espero
Ese día nos cogieron de sorpresa, sobre las 10 de la mañana, algunas mujeres que íbamos caminando de repente vimos aviones encima, como tres aviones. El primero soltaba un humo. Algunas dijeron “estos aviones no hacen nada” y otras dijeron que son de cabeza aguda y que probablemente sí hacían. Sin haber terminado la frase vimos cómo comenzó el fuego. Bombardearon la jaima de salud donde había unos niños y la enfermera que estaba embarazada. Se prendió fuego todo el campamento y comenzó la gente a huir de manera alocada. Entonces ya habían heridos y muertos, los heridos son muchos. En ese momento, algunos perdieron el brazo, otros el pie, otros se prendieron fuego.
Hay una cinta transportadora que va desde las minas de fosfatos hacia el puerto. Se puede ver desde google maps y en la zona ocupada del Sahara Occidental.
Son yacimientos estratégicos porque el fosfato es de excelente calidad y está ubicado sobre las capas superficiales, casi al aire libre, por lo que se extrae barato. En el puerto están los barcos esperando a ser llenados para llevarlo mayoritariamente a Estados Unidos, donde se lo industrializa antes de exportar los derivados obteniendo renta normalmente extraordinaria por apenas gramos de valor agregado.
Estábamos preparando la comida. Hubo primero un avión que lanzó una primera bomba que no explotó y luego uno ametralló la zona. El segundo avión fue al lugar de las provisiones y el agua, donde estaban las dos enfermeras. Las segundas bombas cayeron justo encima de una gran parte del campamento. Recuerdo que Chaia estaba embarazada y que ese mismo mes iba a dar a luz. Estaba con ella Hurria que era española, las dos eran enfermeras y también había un médico. La primera bomba cayó sobre el hospital y alcanzó a Chaia y sacó su bebé y lo tiró a varios metros.
A los pescados se los pesca; y eso se hace a partir de los permisos que surgen de acuerdos comerciales que firma Marruecos, en un territorio ajeno, principalmente con la Unión Europea. No los pesca el Rey, claro, tampoco parlamentarios franceses o españoles andan con la caña por aquí, pero sí son estos los que anduvieron negociado condiciones generales y tratados de comercio que se delegan en compañías privadas. A ninguno se lo viene responsabilizando de forma directa de este desastre, las compañías tampoco se harán cargo. El mercado absorbe todas las cuestiones, los países involucrados generan puestos de trabajo en sus propios suelos, incorporan ese valor agregado a su PBI y de pescado barato e ilegal hacen, simplemente, negocios y tasas.
Recuerdo el griterío, solo había mujeres, niñas y niños en ese campamento corriendo de un lado para otro. Una de las enfermeras estaba a punto de parir y tanto ella como una prima suya estaba en el dispensario. Les quedaban una semana o diez días para parir. Ella fue decapitada por la metralla de esa bomba que cayó en el dispensario. (…) Yo corrí hacia la tienda donde estaba mi madre porque ella no podía andar, pasé por la tienda que era el hospital y allí vi el cadáver, vi al feto que salió de su cuerpo porque estaba embarazada.
España no supo qué hacer con su excolonia en el Sahara y se desligó de esta como quien abandona a un hijo: sin avisarle. Pactó ilegalmente en Casa Mayor que a su patio trasero se lo entregaba al Reinado de Marruecos y arregló con este el día del retiro de las tropas españolas para que organice su marcha de ocupación y la invasión militar simultánea. Los bombardeos fueron la manera de perseguir por aire a los únicos que desde el suelo sabían desentrañar los secretos de este desierto, los saharauis. Pero no hubo desierto suficiente que cobije esta pena. Quizás entre reyes solo alcanzó con un gesto o una mirada. Los tanques y las metrallas no se dispararon solas.
Muertos y heridos por todas partes. Yo perdí a muchos miembros de mi familia. Mi prima hermana con todos sus hijos falleció. Y otra prima que en ese momento estaba dando a luz en una especie de dispensario, también falleció. Una bomba cayó justo encima y no pudimos ni siquiera reconocer su cuerpo porque todo eran trozos de carne.
Gradualmente las autoridades españolas traspasaron las acciones y la titularidad de FosBucraá, la joya del desierto, a los nuevos administradores: la familia real de Marruecos asociada con capitales franceses ya controlaban los fosfatos. La invasión llegaba de la mano de intereses foráneos, y también los capitales iniciales. Pero la escuela francesa, además de fortalecer su posicionamiento en la región, resultó más clave en otras áreas por otro know how: el de tortura y desaparición de personas. Pero eso vino después.
Recuerdo que en el bombardeo había unas mujeres que estaban conmigo debajo de un árbol que nos servía como cobijo. En la madrugada habíamos encendido un fuego para hacer el té. Yo me encargué de encenderlo y de repente llegó un avión y bombardeó cerca de donde estábamos. Todas huyeron hacia los árboles para cobijarse y yo quedé para apagar el fuego. Emprendimos camino hacia Tifariti a pie y corriendo entre bombardeos. Yo llevaba a mi hijo pequeño en los brazos y el otro colgado en la espalda y corriendo. Nos persiguieron hasta llegar a Birlehlu. No teníamos ni zapatos, ni chanclas, ni vestimenta, ni comida ni agua. Corríamos por el desierto.
Con ese fosfato que se industrializa y circula por todo el mundo se hace desde levadura artificial para panaderías hasta bombas incendiarias que tiradas desde aviones queman todo lo que tocan. Como fertilizante agrícola, a los suelos donde se cultiva soja, por ejemplo, por la gran absorción de fósforo de este cultivo para dar grano, se le destinan grandes cantidades que son añadidas a la tierra para que esta los incorpore. Los rendimientos, hasta cierto punto, serán directamente proporcionales a la presencia de fósforo en la tierra, siendo también vital para el trigo, maíz, la cebada, etc. Aproximadamente entre el 10% y 15% del fósforo mundial sale de aquí. Ahora mismo la cinta lo transporta. Y quienes lo comercializan o compran en sus primeras etapas de procesamiento lo saben y, porque lo saben, presionan precios a la baja que minoritarias bolsas rigen. Así, el negocio es mucho más negocio.
La otra imagen que me impresionó mucho fue la de Fula Mohamed Abdalahi que estaba recostada de lado dándole el pecho a una criatura y tanto ella como la criatura quedaron carbonizados. Carbonizados. Cuando intentabas tocar parte de su cuerpo, se deshacía bajo tus manos.
Ese fosfato dinamiza un mercado internacional que involucra armadores, navieras, puertos, industrias de procesamiento, canales de comercialización y transporte y, directa o indirectamente, genera infinidad de puestos de trabajo. Los Estados mas fuertes, a su vez, protegen a estas industrias y sobre todo a las grandes empresas con las que definen los tratados comerciales con que los países industrializados hacen el verdadero negocio. El impacto secundario, el verdadero efecto derrame, es la costumbre de sostener ese dominio industrial haciendo trizas a los países que intentan industrializarse para ganar en competitividad propia. Políticas monetarias dan la mecha y, sociedades monetarias que terminamos siendo, ponemos la firma. En diciembre la tonelada métrica cotizaba 370 dólares. Los valores se publican en Londres y Wall Street, mientras nuestra complicidad, por desconocimiento u omisión, es el manto que cobija este silencio.
Cuando bombardearon murió mucha gente, y creo que fue cuando la gente tomo conciencia de lo que les podían hacer. Entonces fue cuando aceptaron desplazarse para estar a salvo. Veías a los viejitos que se lamentaban y decían: “Pero, ¿yo que he hecho para perderlo todo, mi casa?”, viendo como ya no tenían nada.
Hasta que un día algo pasa y deja de suceder, como ya ha dejado de pasar con tantas otras cosas. Hasta que un día nos avivamos, empezamos a pensar en formato colectivo, y nos acercamos entre pueblos, desde abajo. Pero ese día no caerá del cielo. Algunos ya nos han dado la pauta pero el sistema mundial hace que algunas cosas parezcan complejas porque van de acá para allá sin más rostro que un código de barras. Hasta que ese día supimos cuándo, quién y cómo. Y desde entonces ya somos responsables de comenzar a desactivar los mecanismos que dejados a oscuras, se negocian de forma violenta. A los muertos de nuestra felicidad ya los interpretó el trovador con la tonada sangrante. A las dinámicas invisibles que se ejecutan a fuerza de gatillo hay que cerrarles la canilla cuanto antes.
A mí me ha afectado mucho. Murió mi querida hermana y su hijo, yo caí herida y mi hija y su sobrina también. Murió toda la gente que me rodeaba, yo perdí la esperanza de poder vivir después de aquel suceso.
Ya no te espero.
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Ya no te espero – Silvio Rodríguez. Álbum: Mujeres, 1978.
Testimonios de Sid Ahmed baba Chej; Ana Gaspar, Hasinatu Masud Ahmed, Bubekar Banani Abdellah, Monina Mohamed Abdalahe y Gbeila Hamdi Abdala, extraídos de El Oasis de la Memoria. Memoria histórica y violaciones a los derechos humanos en el Sahara Occidental. Tomo I. Carlos Martín Beristain y Eloisa González Hidalgo. Editorial Universidad del País Vasco, 2013.
Observatorio de Recursos Naturales del Sahara Occidental. Investigación sobre explotación de recursos naturales en los Territorios Ocupados del Sahara Occidental. Campos de Refugiados de la RASD, 2013.
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