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| El cineasta marroquí Youness Belghazi en el campamento de refugiados de Dajla |
Su nombre podría pasar desapercibido si no fuera porque nos encontramos en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia, probablemente uno de los lugares del mundo donde los marroquíes son más odiados.
Pese a su pasaporte marroquí, Belghazi se solidariza con la causa saharaui, aunque deja bien claro que lo hace bajo sus propias reglas: "Soy solidario con los que sufren, pero a mi manera, no de la manera que me quieren imponer".
Este cineasta y también activista del movimiento de jóvenes marroquíes 20 de febrero ha acudido al Festival de Cine Internacional, Fishara, para presentar como productor la película '475', en la que se aborda la ley marroquí 475 relacionada con las violaciones sexuales a mujeres y la condonación de la pena del violador al casarse con la víctima.
"El Gobierno marroquí que oprime al pueblo saharaui no tiene derecho de haberlo expulsado de su territorio y de hacerle vivir en este estado. Los saharauis llevan 40 años viviendo en un campamento de refugiados y esto es algo inhumano", asegura indignado desde la wilaya (asentamiento) de Dajla.
Belghazi, que ha impartido un taller de cine en el FiShara, relata la extrañeza que produjo en un principio entre sus alumnos el hecho de tener un profesor marroquí: "Al principio, era el otro. Sin embargo, les intenté hacer ver que estábamos aquí por el cine y que la política debía quedar en un segundo plano".
Este activista no tuvo problemas para salir del país, pero sabe que a su retorno será considerado un traidor y puede sufrir represalias por haber apoyado la lucha de pueblo saharaui. Sin embargo, considera que si los saharauis no se sienten libres, los marroquíes tampoco: "Si los saharauis quieren un referéndum por el derecho de autodeterminación, el pueblo marroquí también quiere un referéndum. Si ellos piden un mecanismo que vigile los Derechos Humanos, yo también quiero una institución que vele por los Derechos Humanos en Marruecos", explica.
El derecho de autodeterminación
De la misma opinión es Samia Errazzouki, estadounidense de origen marroquí, que también se ha acercado al FiShara para apoyar el derecho de autodeterminación de los saharauis: "El mismo Gobierno que oprime a los saharauis es el que está oprimiendo al pueblo marroquí".
Samia reconoce que, debido a su origen, tuvo cierto nerviosismo al comienzo de llegar a la wilaya de Dajla porque no sabía cómo la iban a recibir. Pero sus inquietudes se disiparon nada más pisar los campamentos: "Cuando llegué, todas mis dudas volaron. Es gente que tiene muy buen corazón, aunque viva en las peores condiciones que he visto en mi vida. ¿Cómo han podido resistir así durante 40 años?".
Mientras tanto, Belghazi va desmontando tópicos uno a uno y asegura que si el conflicto del Sáhara Occidental está enquistado desde hace casi 40 años es por el "inmovilismo y los intereses que existen en ambas partes".
"Un conflicto que dura 40 años es un conflicto donde hay intereses y hay gente que se está beneficiando. Los cálculos de los políticos no tienen en cuenta el sufrimiento del pueblo. En 40 años, el Gobierno marroquí no ha cambiado su posición, pero tampoco el Frente Polisario. No pongo en duda la legitimidad de los gobernantes de los saharauis, pero aquí no hay ninguna diversidad política. El Frente Polisario tiende a unificar el pensamiento en nombre de la unidad", relata.
A su juicio, "los aparatos de propaganda tanto del Reino de Mohamed VI como del Frente Polisario están impidiendo que las poblaciones marroquíes y saharauis puedan dialogar y abrir puentes entre ellas".
Por este motivo, Belghazi aboga por crear un movimiento que agrupe a los marroquíes, a los saharauis que viven en los territorios ocupados y a los de los campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) para que sea la población civil quien se una en buscar una solución. "Los saharauis deben orientar también su discurso hacia los marroquíes porque ahora no hay ninguna comunicación", argumenta.
Este activista también pide a los marroquíes que rompan el muro de miedo e incomprensión y luchen por la libertad: "En Marruecos, no poseemos libertad de prensa ni de expresión ni tenemos derecho a hablar ni a protestar. Puedes ir a prisión o te pueden quitar el pasaporte. Ser un activista en Marruecos implica estar vigilado constantemente por la Policía".
Y termina su discurso con un mensaje muy claro: "El pueblo saharaui no será libre mientras no lo sea también el pueblo marroquí".
Ana Del Barrio
Fuente: elmundo.es
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