Imagínese usted que la engañada es su hija. Imagínese que la violada es su hermana, imagínese que la que han expulsado de su casa, de sus raíces, de su familia con hijos menores es su madre, y que han sido expulsados absolutamente sin ninguna razón ni motivo, imagíneselo!!. Imagínese que aquella niña menor que le escribió una carta a la cual usted mismo respondió está defraudada por ver como una vez más la han engañado.
Imagínese que un día usted tiene que asentarse en el desierto, vivir la impotencia de esperar la ayuda humanitaria para dar de comer a sus hijos o por lo mismo que su hijo salga de casa y no tenga la certeza de volver por manifestarse por sus derechos, imagíneselo. Y a usted, si usted que representaba a un partido político de ideas sociales, le invito a imaginar, a crear y, por una vez, a ponerse en mi lugar. Imagine usted ver como sus familiares se desgastan día tras día cuando otros como usted se ríen en su cara y paradójicamente gozan del mismo DNI que usted.
Imagine usted que día tras día viva bajo una dictadura donde le impidan manifestarse, trabajar, gozar de los recursos naturales que su país tiene y que se los están arrebatando, imagíneselo. Imagine usted levantarse un día otro día y otros tantos días y ver como la libertad por la que todo un pueblo se desvive se la están prohibiendo. Se lo puede imaginar? Yo sí, lo vivo, lo sufro y sé de qué le hablo.
Le invito a visitar el Sahara Occidental, a conocer sus cárceles y por supuesto su gente y sus recursos y no ser cómplice de las violaciones a las que se ven sometidos, a los secuestros y, por supuesto, a los asesinatos que se producen todos los días bajo el terror marroquí; le invito a que conozca esa realidad y no lo imagine. Le invito también, a conocer la otra cara de la moneda, los campamentos de refugiados y que vea que allí, como de la nada, hacen un mundo.
Cómo de la imaginación han creado su realidad, le invito. Le invito a que imagine que no quiero ni necesito que tome ninguna medida a favor del Sahara Occidental, fíjese, solo quiero que no apoye ideas por dinero, que no sea cómplice de todo lo que eso conlleva, que no se ría en mi cara y, por supuesto, que tenga cinco minutos de reflexión, más que nada por leerme e imaginar todo lo que le invito que imagine, le invito.
Ya pago yo.
Por Benda Lehbib Lebsir
Imagen: Carlos Cristobal
Fuente: 1saharaui
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