¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

México y la RASD: 35 años de relaciones diplomáticas y lazos culturales (III)

CARTEL QUE AÚN PERMANECE EN LA LÍNEA 2 DEL METRO, CORRESPONDIENTE A LA MUESTRA CULTURAL SAHARAUI QUE SE REALIZÓ DURANTE NOVIEMBRE Y DICIEMBRE DE 2014, CON EPICENTRO EN LA ESTACIÓN ZÓCALO
Por Luz Marina Mateo (entrevistas, redacción y fotos), desde México DF*

“Resulta que se me han atravesado en el camino los  Saharauis, quienes me invitan a ir a su país, allá en el noroeste de África, allá donde fue el Sahara Español, allá donde ahora se encuentra un pueblo invadido por el rey de Marruecos. La causa de este encuentro ha sido la actriz Luisa Huertas, mi amiga, quien me llevó a la más modesta de las embajadas del mundo, en la colonia Anzures. Ahí, Ahmed Mulay, el embajador de la República Árabe Saharaui Democrática me mostró videos, fotografías, libros, y sentado en cojines en el suelo, descalzo, fui seducido por la historia y el presente de este pueblo que resiste la invasión marroquí desde hace más de treinta años”.

VÍCTOR HUGO RASCÓN BANDA (1948-2008). PRIMER PRESIDENTE DE AMARAS. REVISTA “EL UNIVERSAL”. 20 DE DICIEMBRE DE 2004.

Esta es la tercera y última entrega de un trabajo que comenzamos a publicar hace poco menos de un mes, realizado íntegramente en la capital mexicana. A través de una docena de entrevistas, podemos saber de boca de sus protagonistas cómo han nacido y crecido las relaciones diplomáticas entre México y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) a lo largo de estos treinta y cinco años.

Con anterioridad, hemos abordado el tema mediante la palabra de representantes de la política, la función pública, la academia, el periodismo y el arte. Sin embargo, todavía nos falta compartir la enorme riqueza de reflexiones, historias y acciones que nos brindan los protagonistas del asociativismo prosaharaui mexicano. También está pendiente el diálogo con Hamma, un saharaui residente en México que formó su familia “mexsaharaui”. Los agradecimientos están al final. Vamos con lo prometido.
Parte III
Protagonistas del asociativismo y un padre de familia “mexsaharaui”
La historia del movimiento solidario mexicano con el Sáhara Occidental es, como ya hemos visto, anterior al reconocimiento de la RASD por parte de México. Figuras notables del quehacer político y cultural mexicano (algunas de las cuales ya no están pero viven en su legado) apoyaron la lucha del pueblo saharaui por su independencia desde el mismo instante en el que se proclamó la República Árabe Saharaui Democrática. A lo largo de los años, distintas circunstancias y cambios históricos hicieron que el movimiento asociativo se fuese modificando hasta llegar a lo que actualmente es: una asociación fuerte, con gente que despliega una gran actividad (aun con escasísimos recursos e intentos de obstaculización de su trabajo) y tiene en mente proyectos. Así lo reflejan Virgilio Caballero (presidente de la Asociación de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática, AMARAS),  Elizabeth Haro (secretaria de la entidad) y Rodrigo “Rocco” Ehlers Tribbiani (coordinador de la carrera “Corre por los saharauis” y miembro de AMARAS). Y, por último, Hamma Bachir Ahmed (saharaui, quien obtuvo un doctorado en México) nos habla de su vida “mexsaharaui”.

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Virgilio Caballero: “Amas a tu país, a tu pueblo… debes amar a todos los pueblos”
V. CABALLERO EN LA EMBAJADA SAHARAUI, DELANTE DE UN RETRATO DE EL UALI MUSTAFÁ SAYED, LÍDER DEL FRENTE POLISARIO Y PRIMER PRESIDENTE DE LA RASD.
Virgilio Caballero es el presidente de AMARAS y reconocido periodista. Con él hablamos hasta del sol…

-¿Cómo comenzó su vinculación con el pueblo saharaui?
Siendo yo director de noticias del Canal 11 de televisión (que es un medio de servicio público que pertenece al Estado nacional), recibo una invitación del Frente Polisario. Debo decir que la invitación proviene de la naturaleza que tenía el departamento de noticieros y lo que hacíamos en el canal.

-¿Cuál era esa naturaleza?
La democracia. Sobre todo la democracia. Todo lo que sea favorecer a la democracia, consolidarla o hacerla nacer, revelara o quitarle obstáculos, es obligación de los medios de servicio público. Aquí y en cualquier parte del mundo: si no cumplen con ese deber, los medios de servicio público (que son los que sostiene el Estado) no tienen razón de ser. Nosotros llevamos en el Canal 11, hasta sus últimas consecuencias, esa obligación de fortalecer la democracia de la manera más directa y precisa, que es la de informar cotidianamente con investigación y datos de fondo de todo lo que ocurre en México y en el mundo. Cubrimos la caída del dictador de Nicaragua, la guerra de El Salvador, de manera extraordinaria, porque la televisión mercantil de México nunca se ha ocupado de esas cosas ni entonces ni nunca… Gente que no sabíamos que nos estaba viendo, los compañeros del Frente Polisario, estaban atentos a lo que el Canal hacía.

-¿En qué año fue esto?
Uy… esto fue en el año 1977… ya tiene un buen rato. Entonces, ellos se acercaron a mí para decirme que estaban felices de lo que veían en el Canal 11. Porque, además, era único en México. El poder político en México ha ido de la mano del control de los medios, de todos o de casi todos. De manera que el [canal] 11 era una especie de “colado”, nos habíamos colado al aparato oficial para hacer comunicación democrática… ¡Y me invitaron al Sáhara!, nada menos… a mí la invitación me encantó, sorprendió y dio mucho gusto. Me pregunté: -¿Qué es esto?

-¿Y qué pasó luego?
Llegamos al Sáhara, no sin antes haber consultado con el director del canal y, curiosamente, también estaba enterado de esa invitación el secretario de Relaciones Exteriores de México [Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa], que era un tipazo, una gente de primera, quien me invitó a comer, sin conocernos, para preguntarme sobre el viaje que estaba yo preparando al Sáhara (hablo de Jorge Castañeda padre, porque también fue canciller de México en el gobierno pasado -durante la gestión de Felipe Calderón- Jorge Castañeda hijo, que es la negación de su padre en todos los sentidos: es deshonesto, de ultraderecha, un “intelectual” cooptado por el poder, una gente tan profundamente negativa que presume de cómo desde la Cancillería él echó para abajo y para atrás, siguiendo las órdenes norteamericanas, las relaciones de México con Cuba, que se habían logrado mantener a pesar de los pesares). Le pregunté cómo sabía él de eso y me contestó: “porque yo soy un participante de la lucha del Sáhara por su libertad; a mí, el pueblo saharaui y las Naciones Unidas me encargaron el estudio de derecho internacional para darle fundamento al derecho a la soberanía y la independencia del pueblo saharaui”. De manera que él estaba mezclado en la causa e, incluso, puso en alerta al que era el embajador de México en Argelia [Oscar González], porque el viaje había que hacerlo de México a Italia y, de allí, a Argel. Con el embajador nos conocimos allí y nos hicimos grandes amigos y él luego fue el primer embajador de México en el Sahara. Es un gran hombre: hoy en día es profesor en la Universidad Autónoma de México).

-¿Cómo fue su llegada a los campamentos saharauis?
Yo llevaba una cámara, un camarógrafo y un asistente. Estuvimos cerca de algunas batallas e inmediatamente entramos en contacto con los guerrilleros. Recuerdo muy bien la primera tarde que pasé en el Sáhara, ya en un campamento guerrillero, con uno cuantos compañeros combatientes que lo integraban y nosotros tres (los del Canal 11) ocupando una tienda; el campamento estaba circundado por piedras, para indicar que había un límite… Salí esa tarde, cuando el sol se estaba poniendo y vi lo que nunca había imaginado ver: un sol gigantesco allí en el límite del desierto, que parecía mucho más cercano de lo que estaba. Casi podía tocar yo el sol con la mano… lloré de emoción y me dije: -¿Qué estoy haciendo aquí?, ¿por qué estoy en la mitad del desierto, del Sáhara?… (tenía veinticinco años). Y me contesté: -Amas a tu país, a tu pueblo… debes amar a todos los pueblos. Y ya me tranquilicé y regresé a platicar a la tienda sobre lo que correspondía hacer al día siguiente. Esa relación con el pueblo saharaui, al que vimos combatir con las armas y luego lo visitamos en las cercanías de Tinduf, fue definitiva para mi relación con el pueblo saharaui: ya tiene muchos años y nunca la perdí hasta que, hace unos años, me eligieron presidente de la Asociación de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática, cuya sigla es AMARÁS… tiene que ver con ese amor.

-Hábleme un poco de AMARAS, por favor…
AMARAS tuvo durante muchos años a un extraordinario dirigente -escritor- que, lamentablemente, tuvo una enfermedad mortal que le impidió durante los últimos años de su vida ejercer la presidencia pero estaba presente en el trabajo permanente de la entidad. Yo soy el segundo presidente de AMARAS (ya llevo ocho años, por lo menos)… Estamos dedicados a una tarea fundamental: dar a conocer la causa del pueblo saharaui, convertirla en una bandera de lucha de los grupos que en México tienen en cuenta la solidaridad internacional, el amor por otros países. Divulgar lo que ha sufrido el pueblo saharaui, lo que sufre y lo que lo mantiene en pie, que son sus ideales y su lucha extraordinaria por conseguir una soberanía plena, auténtica, la que le han negado Marruecos y el poder internacional porque, por supuesto, Marruecos no está solo. En ese trabajo hemos hecho de todo: desde participar en actividades culturales hasta hacer mesas redondas, foros abiertos, visitas a las Universidades… La organización de los viajes de la gente común, de a pie, al Sáhara cada año. El trabajo de escribir en algunos medios para dar a conocer las causas de esta lucha. Y, sobre todo, la consideración de que no somos un mero grupo pequeño, ya somos un grupo grande en el país en todos estos años de pelea por la independencia del Sáhara.

-¿Qué contratiempos han encontrado en esta tarea (políticos o de la naturaleza que Ud. considere)?
Uno de carácter legal, que resolvimos hace apenas un par de años: el reconocimiento jurídico, por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, de la existencia de nuestro organismo. Eso nos permite abrirnos institucionalmente todavía más hacia la estructura general del país e, incluso, llegar en algún momento a recibir donativos de carácter nacional o internacional.

-Eso responde a la pregunta que se harán seguramente muchos lectores: “Y… ¿de dónde sacan los fondos para realizar las tareas?”. Algunos lo preguntan con picardía y otros, creyendo saber la respuesta, dicen: “Claro, los financia ‘tal otra’ Embajada”.
Claro… porque la Embajada del Sáhara es muy modesta. Nunca hemos recibido cinco centavos de parte del pueblo saharaui para llevar a cabo nuestro trabajo. Ni de Embajadas de ningún otro país. Hemos trabajado siempre con nuestra voluntad de incorporar ideas, tiempo (sobre todo, tiempo…) para realizar lo que hacemos. Hemos llevado a cabo, sí, algunas tareas de comercialización de señales, collares y algunos elementos de propaganda política que nos permiten que la gente no solo tenga en cuenta la causa sino que también nos ayude con sus pequeñas contribuciones a sostenernos. No gastamos mucho dinero porque lo fundamental es el trabajo que aporta cada uno.

-Hemos hablado ya de uno de los contratiempos -el legal- antes de que fuesen reconocidos como Asociación. ¿Hubo algún otro obstáculo?
No es exactamente un obstáculo pero sabemos que nuestra actividad le irrita a la Embajada de Marruecos, al gobierno marroquí que, a través de la Embajada, intenta boicotear algunas de nuestras actividades, como lo ha hecho en el Congreso nacional (en las Cámaras de Diputados y de Senadores), donde intentó impedir la formación del grupo amistad de legisladores con la República Saharaui. Ese tipo de cosas, además nos muestran que están muy al pendiente de todo lo que hacemos. Por ejemplo, en la feria anual de las culturas y de solidaridad con los pueblos, que realiza la Ciudad de México, ellos trataron de oponerse ante la autoridad de la ciudad a que el Sáhara tuviera su propia tienda para mostrar allí sus productos y su vida y expresar nuestras ideas. Decían que el Sáhara no tenía derecho y peleaban ante la propia autoridad mexicana por ser ellos representantes únicos y trataron, también, de que nos dieran la última de las tiendas, al final del recorrido en el Paseo de la Reforma, que es la avenida más importante de nuestro país…  Cosas así de burdas que nunca dieron resultado pero que, sin embargo, se atraviesan como intentos de boicoteo y de sujeción de nuestra tarea a lo que ellos pretenden. Hay también intervención del sultanato de Marruecos con algunos políticos mexicanos.

-¿En qué consiste esa intervención?
No se revela públicamente sino que lo sabemos de manera subrepticia. Llegan a tener legisladores “simpatizantes”, que tratan de boicotear jurídica o políticamente algunos de los esfuerzos que hemos llevado a cabo.

-¿De qué manera llegan a tener la simpatía de esos legisladores? ¿Convenciéndolos con sus argumentos?
No, no creo… no creo. Definitivamente, dándoles dinero. Porque son legisladores que no tienen ideas, principios, un programa político en relación con África o con el norte de África, para nada… estoy seguro de que es el dinero lo que está de por medio.

-Pasemos al conflicto del Sahara Occidental en general. ¿Cómo ve hoy el panorama?
Desde luego, el factor fundamental que ha impedido que se lleve a cabo la consulta que está determinada por las Naciones Unidas desde hace más de veinte años, son las potencias europeas: particularmente Francia y España pero, últimamente, también Alemania. Por supuesto que, además, los EE. UU. juegan un papel importante en todo esto. En la conversación con el canciller Castañeda que le mencioné, recuerdo cómo él me hizo notar que la visita que el Canal 11 realizaría (a través de mi persona) al Sáhara, tenía que ver con tratar de impedir (o contribuir a impedir) que el Sáhara se convirtiera en un territorio más de la Guerra Fría: del anticomunismo y el comunismo, de la Unión Soviética y de los Estados Unidos. La región del Sáhara logró salirse de esa disyuntiva que durante cuarenta años tuvo el mundo, de que las causas nacionales estaban influidas por la lucha de las potencias que en la Guerra Fría se enfrentaban cotidianamente. De manera que, el hecho de que México mandara a un canal de televisión y a un periodista que defendiera estas ideas y lo trajéramos acá para exhibirlo a plenitud, representaba un mensaje a los Estados Unidos de “Cuidado: México está viendo lo que pasa con el Sáhara”.

-Volviendo a hoy, ¿qué cree que pasará con la propuesta de una parte de la sociedad saharaui que plantea la vuelta a la lucha armada?
Me parece que es el resultado natural de una generación que ha visto pasar día tras día con la esperanza -si no muerta, decaída- de tener un país verdaderamente libre. No es justo para ellos seguir viviendo en esas condiciones, poco menos que en la miseria, en los campamentos de Tinduf. Y tienen derecho a rebelarse. Es un problema que el gobierno saharaui tendrá que enfrentar y si toman las armas los jóvenes (y no tan jóvenes) de esa parte del Sáhara, seguramente habría una respuesta también con un levantamiento importante en el territorio ocupado. Lo vimos con el campamento de Gdeim Izik: cuando se instaló, lo que realmente ocurrió fue una rebelión general interna ya que, al reprimirlo, hubo una protesta general como nunca antes en el territorio ocupado. Allí está ardiendo también el coraje por no tener una independencia verdadera y estar ocupados de manera tan inmisericorde y ruin por un sultanato miserable como el de Marruecos. Yo veo la posibilidad de que esto ocurra. También veo algunos avances (quizás obligados por esta circunstancia) de parte de las potencias. Los propios Estados Unidos mandaron a un comisionado especial que recorrió el territorio saharaui y que ha tratado de dar una relativa autonomía a su investigación para presentar a las Naciones Unidas una opinión más adecuada y verdadera de lo que ocurre en el Sáhara. No descarto la posibilidad de que por fin, por la acción que están llevando a cabo política y diplomáticamente los dirigentes saharauis, se logre que la ONU avance en la tarea que tiene incumplida. Son las dos cosas a la vez: el peligro de un levantamiento de jóvenes y el avance político-diplomático. Vamos a ver cuál gana la carrera.

-Finalmente, ¿cuál es su mensaje para América Latina y Caribeña?
Tenemos un hermano en África. Un hermano de sangre, cultura, lengua, opinión y lucha: se llama República Árabe Saharaui Democrática. Es muy emocionante estar en la mitad del desierto, del Sáhara y escuchar hablar en español… y entendernos en español. Es una parte de América Latina en el Sáhara. Por eso, a los compañeros que en América Latina luchan con nosotros por apoyar la independencia saharaui les mando un abrazo amoroso, con el sol aquel gigante que un día vi.

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Elizabeth Haro: “El reto mayor es mantener a la gente dentro de la asociación”. “Uno de los grandes proyectos es poder hacer la Casa de la Cultura Saharaui”
E. HARO, DELANTE DE UNA CORTINA SOBRE LA QUE OLIVIA MORA (TAMBIÉN MIEMBRO DE AMARAS) REALIZÓ UN TRIBUTO A DIEGO RIVERA
Elizabeth Haro es la secretaria de AMARAS. De vasta trayectoria en organismos públicos y de la sociedad civil, es uno de los “motores” (incansable, por cierto) de la institución.

-¿Cómo empezó tu relación con la causa saharaui?
Yo era secretaria de Relaciones Internacionales del Movimiento Mexicano por la Paz y el Desarrollo (que está inscrito en el Consejo Mundial de la Paz) y así es como conozco yo la causa. Cuando llega el embajador Ahmed [Mulay Ali] a México, Luisa Huertas (a quien ya tuviste oportunidad de entrevistar), convocó a la gente que pudo para acercarle a Ahmed y que pudiera hacer su trabajo en México. Luisa también había participado con nosotros en el Movimiento por la Paz y nos invita al profesor [Manuel Terrazas] y a mí a que vayamos a esa reunión en la Embajada. Hasta ese momento yo desconocía que había un pueblo que se llamaba saharaui. Fuimos a esa reunión y conocí un poquito de lo que significaban los saharauis. Allí se decidió reactivar la asociación que ya en los ’70 había creado el profesor [Jesús] Contreras, en donde participó Luisa y otras grandes personalidades. Tengo esa característica de que no me sé callar y siempre opino, entonces, hice algunas consideraciones respecto de lo que iban a hacer y al finalizar la reunión, Ahmed me dijo: “Oye, ¿por qué no te sumas? Quédate para ser parte de la reactivación de la asociación”.  Le dije que yo estaba también con el Movimiento, que teníamos muchas cosas que hacer pero que, en lo que pudiera ayudar, con mucho gusto… Y así fue como comencé y, cuanto más fui conociendo, más me enganché y ya de esto pasaron diez años por lo menos.

-¿Cómo es la génesis de AMARAS?
La asociación se reactiva en 2005 con una nueva Mesa Directiva. Era su presidente el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda (en paz descanse) y luego había gente de la cultura y otra gente que pudiera abrirnos puertas. El presidente era un dramaturgo muy reconocido, presidente de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México) y eso nos ayudó mucho. Yo tuve a cargo la Dirección de Relaciones Interinstitucionales, por las relaciones que tenía con el Movimiento pero, además, porque he trabajado para la administración pública muchos años. Se empezaron a hacer trabajos de manera conjunta con la Embajada, para la que siempre hemos sido un apoyo. Afortunadamente, una característica que tiene la causa saharaui es que aglutina gente. No toda se queda porque, lamentablemente -no sé si en otros países es como en México-, la gente es muy espontánea al principio: es altruismo real pero, muchas veces, buscan un interés particular; y, cuando ven que no hay recursos, que aquí no se va a ganar dinero como en otras asociaciones, siguen “amigos” de la Embajada pero no de la asociación. Así es como fuimos abriendo camino. Yo siempre lo he dicho y lo voy a reconocer: la presencia de Ahmed como embajador ha sido fundamental. Yo personalmente le he agradecido al presidente [de la RASD, Mohamed] Abdelaziz que nos lo siga dejando (de hecho, con Graciela Iturraspe -exdiputada argentina- en Roma, en la EUCOCO, hemos apelado las dos para que nos dejaran a nuestros respectivos embajadores) porque es el carácter de él lo que aquí gana el corazón de la gente y, realmente, eso nos ha facilitado mucho el camino.

-¿Qué pasó tras el fallecimiento del presidente de AMARAS?
Desgraciadamente fallece Víctor y nos vimos en la necesidad de cambiar la Mesa Directiva y es cuando Ahmed me pregunta a quién podíamos poner. Yo había conocido a Virgilio Caballero por Manuel Terrazas (que era el presidente del Movimiento Mexicano por la Paz y, en ese momento, yo estaba en las dos cosas) y ya sabía del antecedente de que Virgilio había estado en los campamentos en los años ’70. Entonces, le propongo a Ahmed que sea él. Ahmed no lo conocía y me pidió que sea yo la portavoz para llevarle la invitación. En ese año (2008) se produjo la visita de Ban Ki-moon a México y, nosotros, como Movimiento estábamos dentro del comité de organización para su llegada y Virgilio también. Entonces, en una reunión en Cancillería, nos tocó sentarnos juntos y aproveché y le dije: “le manda saludos el embajador saharaui… pero le traigo una consigna muy importante: necesitamos un presidente con estatura y que, además, esté comprometido con la causa, por lo tanto, hemos pensado en usted”. Pero es un hombre con tantas actividades que me dijo: “yo con el corazón les digo que sí pero tengo una agenda espantosa; déjeme pensarlo y hablamos mañana”. Al otro día me dijo que si él podía contar con cuatro o cinco gentes de apoyo en el trabajo, adelante, no había ningún inconveniente.

-¿Cuál es el trabajo concreto de AMARAS?
AMARAS lleva a cabo actividades de difusión y promoción de la cultura saharaui. Realizamos conferencias y participamos en eventos que a veces hacen los gobiernos. Por ejemplo, en la ciudad de México ya por sexta vez se lleva a cabo la Feria de las Culturas Amigas, donde fuimos con la Embajada, esto nos ha permitido que más gente nos conozca. También estamos en la feria que hace la Comisión Nacional de Derechos Humanos aunque, evidentemente, aquí le dan otro enfoque a los derechos humanos, porque los centran mucho en los derechos de la persona pero a nivel muy local; sin embargo, aprovechamos esos espacios para que, por lo menos, la gente conozca otra cosa. Hacemos desplegados cuando se requiere el apoyo de otras asociaciones, en casos como el de Gdeim Izik o el de Aminetu Haidar: emitimos comunicados y los enviamos (también hemos hecho para la ONU)… También junto con la Embajada, se hace mucha actividad con las Universidades. En general, se hace un programa anual de actividades.

-¿A qué desafíos se enfrentan como entidad?
El reto mayor es mantener a la gente dentro de la asociación, porque cada año van dos delegaciones al Sáhara y todos los que van, vienen entusiasmadísimos diciendo que quieren hacer un montón de cosas pero, con el tiempo, no pasa nada… Otra de las cosas es que aquí, en México, para que podamos recibir donativos tuvimos que pasar por un largo proceso para que Hacienda nos autorizara como asociación donataria. Esto es muy bueno porque ya podemos recibir donativos y desarrollar proyectos que beneficien de manera material a los saharauis.

-¿Cuáles son los proyectos futuros?
Uno de los grandes proyectos es poder hacer la Casa de la Cultura Saharaui, donde podamos llevar a cabo talleres, conferencias, ciclos de cine y todas las actividades culturales posibles. Esto, ya sea con apoyo del gobierno o también estamos buscando donadores que nos permitan arrancar por lo menos durante un año. Lo que queremos hacer es enfocarnos a las víctimas, a la asociación -que ya existe en los campamentos- de víctimas de minas. Lo que recaudemos, lo queremos llevar o mandar en efectivo para que se puedan mejorar las condiciones de vida en las que están, comprar prótesis o lo que ellos requieran. Ese es el proyecto que tenemos para este año y esperamos poderlo lograr… El año pasado hicimos la carrera saharaui y este año estamos viendo qué vamos a hacer, porque es año electoral y eso nos pega muy fuerte. Pero el año pasado se recaudaron tres mil dólares (que, para ser la primera carrera, fue muy bueno) que se enviaron a través del embajador Ahmed y se entregaron a la Media Luna Roja. Son pequeñas acciones que, de alguna manera, han requerido el esfuerzo de los compañeros.

-Pasando a la causa saharaui en concreto, ¿cómo ves la situación general?
No veo que vaya ni para atrás ni para adelante, está estancada. Eso, a pesar de que hay optimismo de parte de los saharauis en relación con abril, en que se pueda hacer algo con la Minurso [Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental]. No quiero ser pesimista pero, lamentablemente, los intereses que están en juego van a seguir dilatando la situación.

-Y, a tu criterio, ¿cuál sería la salida?
Me parece que lo que va a detonar el asunto saharaui son los jóvenes, las nuevas generaciones de saharauis que ya no están dispuestos a mantenerse más tiempo en las condiciones en las que viven.

-¿Estamos hablando de lucha armada?
Pues sí. Yo considero que sí. Por supuesto que no es deseable para nada pero, ante la desesperación de que pasan años y años y Naciones Unidas no hace nada, es difícil… México sí ha mantenido una postura a favor de los saharauis pero -aun dentro de México- los saharauis están muy activos y muy preocupados, porque se han logrado muchas cosas que a Marruecos no le convienen.

-¿Qué cosas?
Afortunadamente, la gente ya está informada: mucho nos han ayudado los documentales que nos llegaron desde otras partes del mundo y los realizados por mexicanos, todos los libros que estamos sacando (nosotros, como asociación, participamos de la convocatoria que realiza el gobierno… la SEDEREC [Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad] nos ha publicado ya varios) y todo lo que nos permite difundir. Eso hace que la gente dude… Por ejemplo, el año pasado se transmitió en Canal 22 un documental y hubo una mesa en donde participó la Dra. Indira Sánchez, quien hizo mucho trabajo con los saharauis y estuvo en el programa de televisión hablando a favor del pueblo saharaui y eso motivó que el embajador marroquí pidiera derecho a réplica al canal. Marruecos está inquieto (al menos en México) porque, además, aquí podremos tener muchos problemas, diferencias ideológicas o preferencias electorales pero la causa saharaui nos une a todos. En ese sentido, yo he sido muy crítica de los gobiernos panistas pero sí les debo reconocer que, al menos en la causa saharaui, tanto Vicente Fox como Felipe Calderón se mantuvieron a la altura. En especial Felipe Calderón, porque invitó al presidente Abdelaziz en septiembre de 2010 a los festejos del bicentenario y se le dio trato de Jefe de Estado como a cualquier otro. También fue invitado a la toma de posesión de [Enrique] Peña Nieto y sucedió igual.

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Rocco Ehlers Tribbiani: “El Sáhara para mí representa una oportunidad muy grande… muy grande… porque es un pueblo que habla español”
R. EHLERS T. EN LA EMBAJADA SAHARAUI
Rocco Ehlers Tribbiani es un joven estudiante universitario (integrante de AMARAS) que le aportó a la causa su cuota deportiva: es el organizador de la carrera “Corre por los Saharauis”, que se realizó el año pasado con gran éxito y cuya recaudación fue enviada a los campamentos de refugiados.

-¿Cómo nace “Corre por los saharauis”?
Fue una iniciativa de AMARAS, la Red Mexicana de Internacionalistas y Juventud Revolucionaria por México, todos junto a la Embajada de la RASD aquí. Lo que se buscó fue contribuir con el deporte al mejoramiento de las condiciones de los ciudadanos mexicanos: esta carrera fue realizada en el Parque Bicentenario (que se ubica al poniente de la ciudad) en lo que antes era la refinería. Es importante destacar dónde fue, porque era un lugar donde se realizaban tareas de contaminación contra la Tierra y degradación del suelo. La transformación que hizo el gobierno federal (al invertir para instalar el Parque Bicentenario, que fue el regalo de la Ciudad al bicentenario de la Revolución), se ocupa con este tipo de causas y de carreras. En ese sentido, como coordinador de la carrera, tuve el apoyo de la asociación, la red y la Embajada para poder realizar el evento. Nosotros cobramos un precio muy simbólico (fueron ciento cincuenta pesos moneda nacional) y de allí se compraron cosas que tenían que ver con la logística, la promoción y los kits que se le dan al corredor: playera, cilindro y, lo demás, directo a los campamentos de refugiados, a la Media Luna Roja Saharaui. Tuvimos una gran aceptación en la ciudadanía: llegamos a ciento cuarenta y cinco corredores y cuarenta y cinco voluntarios. Es decir que había unas doscientas personas apoyándonos y corriendo. Allí se dio a conocer lo que el Sáhara sufre… Cuando yo conocí al embajador, él me platicaba que siempre había querido hacer una carrera pero no tenía la expertise y, además, la gente que se acercaba para apoyar le pedía fondos. Si vas a pedir dinero para entregar dinero a la causa saharaui, obviamente estamos muy mal.

 -¿Habrá una segunda edición?
Se espera que a finales de septiembre o en la última parte del año, porque en México se hacen muchas carreras y este año hay elecciones…

-¿Pudiste llevar el dinero vos mismo?
Cuando el embajador me platicó lo de la carrera al conocerlo, yo le dije que quería ir al Sáhara. Porque, independientemente de que estoy haciendo un estudio para mi carrera sobre el tema, cuando me empecé a involucrar más y se hizo la carrera, dije que quería ir a entregar el donativo porque me parecía que todas las experiencias de mexicanos (no es por menospreciar a mis compatriotas) eran regresar a México con muchas iniciativas y proyectos de los saharauis. Entonces, yo no quería hacer eso… Yo quería llevar algo de México para allá. Pero surgieron muchos problemas personales míos (tuve un evento importante en Perú) y no pude ir. Entonces le dije a Ahmed que, como representante en México -y que, además, estuvo muy involucrado en la carrera porque, ¡hasta corrió!- , él era el indicado para llevar el donativo. Lo que me pareció genial es que dos de los corredores que participaron en la carrera, también hicieron al viaje a los campamentos y vieron de primera mano cómo su donativo llegó al Comité de la Media Luna Roja y pudieron disfrutar los saharauis de lo que se recogió, de lo que los mexicanos con su esfuerzo y con su mismo sudor (risas) pudieron donar a la causa. Eso a mí me llena de orgullo y alegría, porque valió la pena que los ciento cuarenta y cinco corredores pudieran donar ese dinero que llegó a manos de los hermanos saharauis que están en los campamentos de refugiados.

-¿Por qué se eligió para donar a la Media Luna Roja Saharaui?
Más que nada, porque nos comentaban que ni siquiera tienen posibilidades de comprar vendas ni muchas otras cosas. Están en la precariedad. Por eso la decisión del comité organizador de la carrera.

-¿Por qué elegiste como causa la del Sáhara y no otra?
Mucha gente que fue a la carrera y allegados a mí, me decían que siendo yo mexicano y teniendo en mente que México es un país muy desigual, hay muchas causas que se pueden apoyar con el mismo objetivo y funcionalidad que le dimos a la carrera. Les dije que creo que hay injusticia en todo el mundo. Lo veo y lo he vivido en experiencias justamente aquí, en mi país -al ir de voluntario a algunos de los lugares marginados- y he contribuido. Pero también mi convicción tiene que ver con estudiar Relaciones Internacionales y ayudar al mundo no solamente por ayudar sino también por enamorarme de causas que no son ajenas a mí, porque nosotros y nuestros ancestros también luchamos por una independencia y es muy similar la lucha que ellos tienen en el Sáhara. No es solamente porque quiera apoyar a otro pueblo que sufre sino porque esta Embajada y el saharaui que me habló al principio, me hicieron poner muy en sus zapatos y ver que se podía ayudar. Yo estoy de acuerdo en que México está pasando ahora una crisis de derechos humanos y de nuestra sociedad misma pero creo que hay una responsabilidad global que los mexicanos tenemos. Siempre hemos sido un pueblo que, si alguien necesita pan, nosotros le convidamos de ese pan. Entonces, no veo por qué ser egoísta en el sentido de mirar solamente a mi país y no al otro lado del mundo.

-¿Cuánto pesa en tu decisión de ayudar al Sáhara el tema político? Porque vos no sos un chico que estudie algo que nada tiene que ver con política… En otras palabras: ¿por qué el Sáhara y no, por ejemplo, Kurdistán o Palestina?
Porque, en principio, hay muchas causas pero el Sáhara para mí representa una oportunidad muy grande… muy grande… porque es un pueblo que habla español. El puente lingüístico es importante y creo que el español va a moldear la primera mitad del siglo XXI. Además, todo el mundo piensa que África es un continente que está desgastado, manchado por la guerra, abierto de iras desde el ’45 hasta la fecha… El Sáhara es la última colonia, que daría el plus para tener un África independiente, poderosa y que se convierta en lo que en algún tiempo fue. Porque, con todo lo que he visto del gran crecimiento de los países africanos, de su potencia hegemónica que es Sudáfrica (he tenido bastante acercamiento con ellos) y de todo este boom que viene para África, creo que puede ser la esperanza de la humanidad. Porque de ahí venimos: los científicos dicen que el primer ser humano fue africano… Creo que hay una esperanza en África.

-Estás haciendo tu tesina de grado sobre el Sáhara… ya huelga preguntarte por qué ese tema, pero me gustaría que profundices un poco más sobre eso.
Cuando uno elige un tema de tesina es porque va a estudiarlo completamente. Y aquí en México decimos que, al final, terminas harto, fastidiado de él, odiándolo… Pero para mí, no: el tema salió de la misma charla en la que generamos “Corre por los saharauis” (que no es solamente un esfuerzo que dio un fruto y que se está gozando en otra parte del mundo, a través del cual contribuí a mejorar ciertas condiciones de vida de alguien), del hecho de hablar con una persona completamente humana, que te da una gran empatía en sus palabras. La relación con la Embajada de la RASD es muy fructífera, por el hecho de estar conviviendo con ellos y platicando proyectos… Entonces, yo no veo el tema de tesis como algo que odie o que vaya a terminar odiando porque he contribuido y espero contribuir más. Para mí la tesina va a ser un logro más y otro regalo más para ellos, porque va a ser un puntito académico para la causa.
ALGUNOS-AS INTEGRANTES DE AMARAS EN PLENA REUNIÓN DE TRABAJO: OLIVIA (ARRIBA), LAYLA, VIVIANA (ABAJO, IZQ.), ELIZABETH Y ROCCO


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Hamma Bachir Ahmed: “México es una sociedad que se caracteriza fundamentalmente por la amabilidad, es un pueblo muy cálido”
H. BACHIR A. EN SU CASA, CON EL INFALTABLE TÉ SAHARAUI
Hamma Bachir Ahmed es saharaui, residente en México hace ya varios años. Allí formó su familia y culminó sus estudios. Estas son sus reflexiones, compartidas entre té y cuscús.

-¿Cuánto hace que estás en México?
Llegué en mayo del año 2000, por razones de trabajo. Estaba colaborando en la Embajada nuestra en Cuba (en el área de atención a los estudiantes) y me asignaron como Agregado Cultural de la Embajada aquí. Luego, el gobierno mexicano nos ofreció unas becas para postgrados y vinieron algunos compañeros estudiantes desde Cuba -que es el lugar más cercano que tenemos para traer estudiantes con grado ya terminado, que era lo que se necesitaba- y yo entré en una de estas becas para mi Doctorado, el cual realicé aquí.

-¿En qué disciplina obtuviste el título de grado y el Doctorado?
Todo en Economía. Estudié en la Universidad de La Habana, donde obtuve mi Licenciatura. También tengo Maestría de una Universidad canadiense que físicamente estaba en la Universidad de La Habana. Luego, el Doctorado en México, en el Politécnico.

-¿Actualmente te estás desempeñando como profesor?
Sí, soy profesor universitario. Cuando terminé mi doctorado en el año 2004 se me ofreció la posibilidad de dar clases en varias escuelas de México. Entré a colaborar con una escuela donde había programas de Maestría (les daba unas clases semanales) y después entré en el TEC [Tecnológico] de Monterrey, que es donde estoy ahorita. Desde hace cinco años soy profesor de tiempo completo con el TEC de Monterrey.

-¿Te costó adaptarte a la sociedad mexicana?
No, la verdad es que no. Cuando llegué a México fue después de haber estado primero en España y luego en Cuba durante períodos relativamente largos (en España cuatro años y en Cuba, ocho) por lo tanto, las sociedades latinas en general no eran muy ajenas a mí.

-¿Encontraste alguna particularidad en la sociedad mexicana que la distinga de otras sociedades de origen latino que hayas conocido?
Sí… Todas las sociedades tienen sus particularidades. En el caso de México, es una sociedad que se caracteriza fundamentalmente por la amabilidad, es un pueblo muy cálido. De hecho, históricamente, México ha sido como un refugio de muchas personas de todo el mundo. Como país, es demasiado grande y ese hecho significa mucha heterogeneidad en la sociedad mexicana.

-Desde el punto de vista de las sociedades, ¿qué lazos identificaste entre el Sáhara y México?
México es una sociedad que todavía no llega a ser desarrollada en términos materiales -como lo son las de los países europeos, Estados Unidos y Canadá- y esto hace que la estructura social se mantenga algo similar a la que tenemos nosotros. Por ejemplo, el valor de la familia: las familias se ven los fines de semana, se juntan los hermanos con los sobrinos… ese tipo de cosas. Es decir, México es una sociedad intermedia: no es tan de familia como la nuestra pero tampoco es tan individualista como puede ser la de un país desarrollado.

-Te casaste aquí, tuviste un hijo… ¿Cómo fue la historia?
En el año 2001, cuando estaba en la Embajada, a través de una amiga (la Dra. Rossi) conocí a mi esposa Lupita. Nos casamos ese mismo año y, a partir de entonces, estamos juntos y felices, gracias a Dios. En 2007 tuvimos a Saidito (Said) y conformamos una familia muy buena, incluyendo a la familia de ella, que realmente me acogió como a un hijo y eso también ayuda mucho.

-La situación de Saidito como “mexsaharaui” despierta curiosidad. ¿Cómo hablás con él sobre el hecho de tener parte de su familia en los campamentos y en los territorios ocupados?
Nosotros le decimos que tiene parte de sus tíos acá y otra parte allá. Él tuvo la suerte de que lo llevamos de chiquito y lo pudieron ver su abuelo y sus tíos. También una de mis hermanas vino aquí en alguna ocasión y estuvo con nosotros varios meses. Le contamos al niño lo que pasa con ellos, cómo están… está al tanto de su familia.

-¿Le cuentan que una parte del país de sus abuelos está ocupado y que, por eso, están en los campamentos?
Sí. Llega a comprender más o menos lo que comprende un niño de su edad. Hace pocos meses falleció mi papá, se lo contamos y se puso triste durante unos días y tomó una servilleta (está en primer grado pero ya sabe leer y escribir) y escribió: “Querido abuelito, que descanses en paz”.

-¿Cómo ves hoy el conflicto?
El conflicto de Sáhara en este momento está en una situación de parálisis que ya lleva rato… El problema es conocido, la causa de todo esto se conoce: Marruecos no está dejando avanzar el proceso de paz que está tratando de implementar Naciones Unidas. El problema también es que, para las Naciones Unidas, si tu tema no es de interés geopolítico muy relevante, se va dejando porque no es importante en la correlación de los “grandes” (EE. UU., Francia, Rusia, China, etc.) y allí el que más influencia tiene en el tema parece ser Francia, que está al lado de Marruecos, cuya estrategia es tratar de resolver el problema por cansancio, mantener el statu quo lo más que se pueda: “de aquí a cincuenta años, ¿quién se acuerda de esto?”… y ya habrá terminado el asunto.

-Bueno… pero lo mismo opinó en su momento Hassan II.
Sí. Pero el problema es que el tiempo va pasando y en este propósito, si nosotros no nos ponemos las pilas, parece que van avanzando. En ese sentido, el tiempo va a su favor. Las armas y las batallas han ido cambiando. El momento bélico se terminó y, a partir de allí, empieza este momento político más complejo. Ahorita, en los últimos tiempos, entramos en otro estilo de batalla, que es el tema de los derechos humanos. La verdad es que el tema del Sáhara es de mucha frustración, de mucha impotencia… Tú tienes razón, es un asunto relativamente sencillo, es un grupo de personas que están en un territorio y que quieren decidir (se puede hacer perfectamente, se ha hecho en todos lados, no es un tema costoso materialmente)… y estamos así nada más que porque los “grandes jugadores” parecen no querer involucrarse de forma decisiva.

-¿Qué alternativas ves, entonces?
En este momento, lo que debemos hacer nosotros es tratar de trabajar más con la opinión pública en esos países (sobre todo en los decisivos), explicarle nuestro tema e involucrarla de forma que influya sobre sus gobernantes, los presione. Si no lo hacemos por ahí, se va a mantener el statu quo… ¿hasta cuándo? Es una cuestión que no se ve por dónde se pueda soltar el asunto.

-¿Cuál es tu opinión sobre la posibilidad de la vía armada?
Creo que es muy complicada en el contexto actual. No es cuestión de falta de capacidad (o, incluso, de recursos) sino, más bien, que el entorno mundial ha ido cambiando. Habrá gente más especializada en estos temas que puede valorar todos estos asuntos pero yo lo veo como un tema político: aunque hayas logrado una victoria militar sobre el terreno, la parte política va a quedar como algo que se tiene que resolver por otro lado. Lo militar, en realidad, fue visto desde el principio como una herramienta para lograr lo político pero no es un sustituto de lo político. Y el problema es que eso depende del interés o el imperio que le pongan los “grandes jugadores”.

-¿Qué mensaje le enviarías a América Latina y Caribeña?
Con los pueblos de América Latina tenemos mucha cercanía y afinidad. Y eso también se debe reflejar en este apoyo -sobre todo en los foros internacionales donde participan los gobiernos latinoamericanos- para también ayudar a la solución de este último caso de descolonización pendiente en África. La opinión pública en América Latina debe también involucrarse aunque, claro, desgraciadamente no pesa lo mismo que pesa en los países desarrollados, donde la manifestación de algunos ciudadanos puede ser tomada en cuenta a la hora de toma de decisiones por parte de alguna administración. Sin embargo, también gracias a estos esfuerzos de pequeños grupos, se van creando estos vínculos para tratar de llegar a los tomadores de decisiones en América Latina para que ellos también, a su vez, puedan colaborar en esa tarea.

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Hasta aquí, lectoras y lectores, el fruto de mis dos semanas en México (como les dije en la primera entrega, quizás todo este material pueda convertirlo en algunos meses en una publicación académica, solo es cuestión de esperar buenos vientos)… A pesar de haber llegado al hermano país en un momento político y social complicado -por temas que nada tienen que ver con el Sáhara Occidental y que son de público conocimiento-, la experiencia fue realmente excelente y espero que contribuya aunque sea un poco a dar a conocer aún más la causa saharaui en América Latina y Caribeña y en otras partes del mundo desde donde se lea.

Si tengo que agradecerles una por una a todas las personas sin las que este trabajo hubiese sido otro -o directamente imposible- seguramente voy a caer en omisiones. Sin embargo, quienes me conocen saben que no suelo ser temerosa, así que, corro el riesgo: vaya mi abrazo para Ahmed, Olivia (mi ángel de la guarda allí: una artista y persona hermosa), Irais, Layla, Adriana y Juan (dos guías de lujo en el Museo Nacional de Antropología e Historia), Viviana, Margarita (delicioso arroz), Lupita y Said (madre e hijo me abrieron su casa y su sonrisa), Salem, José María y Javier. Y, por supuesto, a los entrevistados y entrevistadas sobre quienes -recién al finalizar la redacción- me di cuenta de que existe un perfecto equilibrio de género que no fue especialmente perseguido… tal vez haya sido efecto de la naturaleza justa de una causa. En el ámbito académico, mi enorme agradecimiento a la gente de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, Facultad de Derecho, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP): Raúl, Juan Pablo, Anyi, Juanjosito, Emanuel y Myrna. Espero no haber olvidado a nadie… alea jacta est.

Por último, les dejo ordenado el material, para que el acceso sea más fácil:
Gráfica: Parte I - Parte II.
Radio: Columna I - Columna II.
Bonus track (de lujo).

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* ESTE TRABAJO FUE REALIZADO A TRAVÉS DEL PROGRAMA DE BECAS ESPECIALES PARA PROFESIONALES DE PRENSA DE LA AGENCIA MEXICANA DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL AL DESARROLLO (AMEXCID) Y CONTÓ CON EL AVAL DE LA COORDINACIÓN DE LA LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES, BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA, MÉXICO.



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