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Soad Bouchalga: «Mi hermano Abdelkarim ya no es quien era y no mejora»

La cara de Soad refleja dolor e impotencia porque su hermano, Abdelkarim Bouchalga, ya no es como era, ni siquiera él mismo se reconoce ni sabe quién es en realidad. Su paso por la Cárcel Negra de El Aaiún ha sido demasiado, un trauma sin parangón que provocó que su cuerpo desplegara todo su sistema defensivo y entrara en shock. Bouchalga sufre ahora un trastorno psicológico grave, que le mantiene sin recuerdos, sin memoria, absorto en un mundo interior que le fluye por momentos en fuertes crisis psicóticas. Ingresado en un hospital psiquiátrico en Agadir, al Sur de Marruecos, desde que fuera puesto en libertad provisional, el pasado 24 de febrero, para él el tiempo se detuvo antes de cumplir los veinticinco años y su recuperación no llega.

En su casa familiar se respira desasosiego. Están en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, muy lejos de Agadir, impotentes para enfrentar esta realidad que ha asolado la vida de los padres y los seis hermanos de Abdelkarim desde que aquel 4 de julio de 2014 fuera detenido cuando regresaba del trabajo. Repasamos con su hermana Soad el calvario vivido, que lamentablemente aún no ha terminado para ninguno de ellos. Le imputaron un delito derivado, como todos, de cuestiones políticas, pero él sólo participó en una manifestación de celebración por el éxito deportivo logrado por la selección de Argelia en el Mundial de Brasil, el 30 de Junio, que fue disuelta con violencia por las fuerzas de seguridad marroquíes. «Entonces estaba normal mi hermano, no tenía ninguna enfermedad, trabajaba…», asegura Soad Bouchalga.

Ingresó en la Cárcel Negra y allí conoció a Mahmoud El-Haissan, el reportero de RASD TV con quien compartió expediente judicial y los primeros cinco meses de prisión, hasta que ambos fueron condenados por el Tribunal de Apelaciones de El Aaiún a un año y medio de cárcel. Era 3 de diciembre de 2014 y ya Abdelkarim Bouchalga no era el mismo. Su compañero se convirtió en su hermano mayor, le cuidaba, le administraba su medicina y hasta los funcionarios le preguntaban a él por el estado de Abdelkarim.

Desde el primer momento, los abogados defensores argumentaron que ambos fueron detenidos por policías no uniformados, sin que se les entregasen una orden de arresto. Los dos tenían muestras evidentes de torturas, infligidas para obtener confesiones. Abdelkarim Bouchalga fue trasladado en numerosas ocasiones desde la cárcel al hospital Ben El-Mehdi de El Aaiún aquejado de fuertes dolores de cabeza y crisis de ansiedad. «Una vez que ingresó en la cárcel, fue cambiando y su estado de salud se deterioraba -asegura Soad-. Cuando le visitábamos, poco a poco iba olvidando cosas, se mostraba presionado, agobiado porque había mucha gente en la misma celda, por las malas condiciones de la prisión…». La familia hizo varios llamamientos denunciando que las autoridades penitenciarias desatendían su salud y que se limitaban a darle medicamentos que le mantenían sedado, dormido e inactivo. El 9 de enero certificaron que Abdelkarim había perdido por completo la memoria, que no era capaz de reconocer a su propia familia, que lo que antes sólo parecían olvidos puntuales se habían convertido en ausencia completa de recuerdos.

Esa confirmación llegó el día antes del juicio de apelación, donde se debía ratificar o no la sentencia emitida meses antes. Abdelkarim Bouchalga se mostraba ausente, no fue capaz de responder a las preguntas del Tribunal relativas a su propia identificación personal y, por ello, el juicio fue pospuesto para que pudiera ser hospitalizado y tratada su dolencia psiquiátrica. Soad Bouchalga se deshace intentando explicar con palabras la impotencia que sintió su familia en aquella situación. «Estuvo 15 días hospitalizado, en una zona que no se correspondía con salud mental. Esposado a la cama, no estuvo ni un momento desatado, libre… Las visitas estaban limitadas y programadas, sólo nos permitían estar con él una hora al día, bajo una exhaustiva vigilancia policial. No estaba siendo atendido convenientemente, porque sólo hay un psiquiatra en el hospital Ben El-Mehdi y en ese momento, se encontraba de vacaciones. Día tras día no reconocía ni a sus hermanos, ni a su madre, a nadie de la familia… Esto es un sufrimiento tremendo, un gran dolor para todos».

Sólo salió del hospital para acudir nuevamente a la cita en el Tribunal de Apelaciones. Era 24 de febrero de 2015 y se decretó «libertad provisional» para los dos presos. Se hizo una gran fiesta de recibimiento a Mahmoud El-Haissan y Abdelkarim Bougalga, pero éste continuaba ausente, con la mirada perdida y vacía. «Cuando le dejaron en libertad y pudo reunirse con la familia, mi hermano estaba tomando mucha medicación y ya no era el de antes, se había convertido en un enfermo mental que necesitaba tratamiento y atención especializada, por eso le trasladamos a Agadir, donde está desde entonces en un hospital psiquiátrico», asegura Soad Bouchalga con un tono que deja entrever un dolor muy severo y profundo.

Fuera de cámara, su hermano Hassan Bouchalga, que fue preso por su activismo y sufrió la pérdida de un ojo en un accidente en la cárcel, «Abdelkarim pasa más tiempo dormido que despierto por la medicación, que es muy fuerte». La familia atribuye ese estado somnoliento a la ingesta de Rivotril, una medicación que actúa sobre el sistema nervioso central y que tiene propiedades ansiolíticas, anticonvulsivas, relajante muscular, sedante y estabilizadoras del estado anímico.

El desequilibrio mental que presenta Abdelkarim Bouchalga requiere un tratamiento de acción integral que le permita enfrentarse a la realidad que generó sus crisis nerviosas y ayudarse de una terapia farmacológica. Tiempo, paciencia y una atención especializada. No pudo presentarse el día 24 de marzo a la comparecencia judicial para resolver esa «libertad provisional», que finalmente se transformó en una sentencia a 8 meses de prisión que, al estar ya casi cumplida, materializó la libertad de ambos presos. Mahmoud El-Haissan nos decía el día antes de esa cita judicial que «Abdelkarim está recibiendo tratamiento psiquiátrico en Agadir, ofrecido por su familia, y su situación se deriva de los malos tratos y las presiones que recibió en la cárcel».

Es por esto precisamente por lo que Soad Bouchalga vuelve a insistir en que se haga una investigación que depure responsabilidades sobre lo que le ha ocurrido a su hermano Abdelkarim. «Nosotros no podemos presionar solos por esa investigación ni tenemos recursos para estar yendo a visitarle con la frecuencia que quisiéramos. Por eso, ruego que nos ayuden, para que se haga justicia por lo que le ha pasado, porque mi hermano ya no es quien era, ya no es como era y no sabemos si volverá a estar bien. Ojalá que se haga justicia».

Enlace: https://drive.google.com/file/d/0B_IEhVj8nvf1TlhsTWFiTnYxeFE/view?usp=sharing

Fuente: Elisa Pavón / Activistas de Resistencia Sahara en TT.OO.
Fotos y video: Activistas de Resistencia Saharaui en TT.OO.


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