Desde hace años trabajo en proyectos de cooperación vinculados al sistema de abastecimiento de agua en los campos de refugiados saharauis en Tindouf, en pleno desierto del Sahara. Como algun@s sabréis, debido a las fuertes lluvias que azotaron este pedazo de desierto durante siete largos días, las lógicas inundaciones posteriores y la destrucción que han dejado las lluvias en los campamentos no tiene precedente.
Todos los campamentos, especialmente Dajla, se han visto afectados hasta un punto insólito. Las casas, hechas de adobe de arena del desierto y agua, están parcial o totalmente destruidas, por lo se han convertido en inhabitables. El miedo al derrumbe ha provocado que mucha gente las haya abandonado y esté viviendo en jaimas (las conocidas tiendas verdes), incluso recurriendo a instalarse en colinas altas de arena en los alrededores de los campamentos, convirtiéndose, así, en refugiados en su propio refugio.
La estimación oficial hecha por ACNUR habla de entre 7.000 y 11.500 familias afectadas (destrucción total o parcial de sus viviendas). Una reciente valoración realizada en el campamento de Boujador por equipos técnicos dice que el 70 por ciento, quizá más, de las viviendas necesita rehabilitación tras las inundaciones. Lo mismo se puede esperar en los otros campos, aunque, como se ha comentado en Dajla, la situación es aun peor. Se valora que casi el 100 por ciento de las familias ha perdido su casa.
Por su parte, la Cruz Roja Saharaui ha hecho también una estimación: 11.441 familias afectadas, en concreto 2.407 en Dajla, 1.498 en Boujador, 3.022 en Smara, 2.504 en Ausserd y 2.010 en Aaiun. Por supuesto, los hospitales, las escuelas y los dispensarios se han visto también afectados. Afortunadamente. el sistema de agua ha resistido, hasta ahora, aceptablemente bien.
¿La respuesta internacional? Hasta ahora, sólo Argelia ha respondido con contundencia desde el principio de la crisis. La lentitud de ACNUR a la hora de hacer llegar la ayuda de primera urgencia ha provocado protestas del Gobierno saharaui. Parece ser que los donantes, Europa principalmente, necesitan cifras. Sin embargo, las valoraciones en el terreno llevan tiempo y las necesidades aquí son de extrema urgencia.
En todo caso, ACNUR ha pedido una donación de 19,6 millones de dólares, que daría para cubrir tres meses, pero que tardará tiempo en convertirse en alimentos, medicamentos o libretas para la escuela.
Es absolutamente desolador ver con la serenidad que está viviendo el pueblo saharaui esta situación. Compruebas aquí que su situación de refugiados abandonados les ha hecho un pueblo duro a las desgracias. Ya son 40 años viviendo en uno de los peores confines de la tierra y la solución, absolutamente política, no está en el horizonte. Asco.
Por Roberto García Campos
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