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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Pequeños detalles…

Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura jamás.
Che Guevara
Cuando era pequeña, desconocía que hubiera otro paraíso mejor que los Campamentos.
Es el lugar que me vio crecer y donde aprendí lo que en ninguna escuela a día de hoy he logrado aprender: valores, es un desierto pero rico, muy rico en valores.

Me cuesta entender en muchas ocasiones ¿Cómo pueden aguantar tanto los saharauis? ¿Cómo pueden resistir y lo que es más, cómo nunca se quejan de esas duras condiciones a las que se han visto expuestos desde hace más de cuatro décadas?.

Me lo pregunto y soy Saharaui y lo cierto es que nunca he sido capaz de encontrar respuestas. Son gente de otra pasta, supongo.

No sé si será cierto aquello que dijo Darwin: “la necesidad crea el órgano” y puede que sea así, pero no obstante, me sigue sorprendiendo.

A falta de recursos siempre te reciben con una sonrisa. Siempre es el  “pasa, estás en tú casa” y rápidamente te ofrecen un vaso de Té, amargo como la vida, dulce como el amor y tan suave como la muerte.

Y así es, ven pasar los años y las diferencias de vida entre los propios saharauis son apenas perceptibles. Las rutinas son siempre las mismas y aprovechan cada momento para hablar y comentar su realidad que no puede caer en el olvido.

Los niños nacen con la lección aprendida, y poco a poco se familiarizan con los valores tradicionales de su cultura. Pasan gran parte de la mañana en escuelas donde no pierden de vista su objetivo principal: volver en un futuro próximo a su tierra.

Su mirada inquieta estos días al ver a los españoles en los Campamentos hace presente la vida que nadie imaginó que llevarían tantas generaciones en los Campamentos en el lugar más inhóspito del mundo. Saludando con un “hola de dónde vienes” como si conocieran toda España; rápidamente arranca una interminable conversación por aquellas “calles” sin asfalto que sólo la huella de unas deportivas o unos pies descalzos hacen ver que por allí ha pasado alguien que hace tiempo que no pasaba.

El intercambio cultural para los niños que vienen los veranos a España se revela entonces por ambas partes como una posibilidad inequívoca de crecimiento y estímulo en el que priman los lazos de afecto y empatía.

Y desde aquí, gracias a todos los que colaboráis de forma unánime, a todos los que os habéis volcado con los refugiados saharauis para que sus condiciones de vida mejoren. Vuestra experiencia es un compromiso de paz y justicia y un símbolo de solidaridad con los miles de niños que son el espejo de su pueblo y la raíz de la solución de un conflicto que, tras 40 años, aún no se ha resuelto.

Por Benda Lehbib Lebsir.
Imágenes: Victor Jimenez.
Fuente: 1saharaui


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