Por Aby Athman / El Confidencial Saharaui
Cuatro días después de que el Frente Polisario decide retirar sus tropas del sur del Sáhara Occidental, altos mandos militares estiman que la retirada de las tropas ha desbaratado todos los planes de Marruecos.
Francia y Estados Unidos buscaban una condena firme que obligara a los soldados saharauis a retirarse de la zona en un período máximo de un mes sino se tomarán medidas duras.
El Consejo de Seguridad de la ONU se limitó a ampliar, por un año más, el mandato de la MINURSO, Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental, y que a pesar del cometido para el que se creó, lleva 26 años para celebrar un referéndum de autodeterminación, ¿Tan difícil es hacer un censo y poner unas urnas para que los saharauis decidan su destino? O es que Marruecos es tan poderoso que hace inútil la misión y que su objetivo sea disipar el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación?.
A todo esto, se añade, claro está, el paternalismo colonialista de Francia con el reino alauita y el papel del Gobierno de España al que Marruecos somete a un chantaje continuo para que sea su esbirro en política internacional para reforzar su ocupación ilegal del Sáhara Occidental en un proceso de descolonización que ya dura demasiado.
Ambos países europeos juegan un rol activo en la misión y son determinantes en la ocupación en su contexto internacional e influyen más que Unión Africana, que ha declarado el asunto de la última colonia del continente como una bandera de lucha contra el colonialismo europeo y sus resquicios.
Otro aspecto muy relevante de esta misión es que es la única del mundo que no tiene competencias para velar y proteger el cumplimiento de los derechos humanos de la población saharaui, sometida y reprimida por un régimen militar de ocupación.
Visto todo esto y entendiendo la indignación de la población saharaui con la comunidad internacional aquí se tiene que reafirmar el derecho a la resistencia, que el Frente Polisario debe reclamar frente a la realpolitik de la diplomacia teledirigida por intereses económicos más que por la aplicación de la legalidad internacional y que ahora mismo, las Naciones Unidas y su misión ni siquiera es capaz de obligar a las partes a sentarse para negociar.
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