Por Lady Cat / yonocompropan.com
De política, me refiero.
La voz de mi conciencia me ha sugerido tratar este tema desde mi perspectiva como madre de acogida y lo considero muy interesante.
¿Qué se puede saber con 10 años sobre los motivos que te llevaron a nacer en un campamento de refugiados, a no poder vivir en tu país, a subsistir en condiciones que la misma tele te dice que no son las idóneas para ningún niño?.
Aparte de la nacionalidad del enemigo, ¿qué es exactamente lo que conocen los niños acerca de las razones de la espinosa situación de su pueblo?.
Yo me voy a ceñir a lo que conozco, que es mayoritariamente mi hija de acogida, conocida en los predios cibernéticos como la Ran.
Y aquí hago hincapié en que tiene mucho que ver la familia de cada niño. Tanto a la Ran como a su prima, que en algún artículo he comentado que vacaciona cerca, les han hablado bastante en su casa sobre el tema. Para tener 11 años, presentan una madurez asombrosa y bastante conocimiento sobre la situación política. De hecho, el verano pasado, la Ran pegó en la pared de su habitación una pegatina reclamando la libertad del Sáhara Occidental y es una experta en buscar su bandera entre los iconos del whatsapp.
Su conocimiento contrasta con el de otra niña allegada, dos años mayor, que no fue hasta el año pasado que tuvo conocimiento de la situación real. Al juntarse con la prima de la Ran, tomó conciencia del motivo por el que vivían en un campamento de refugiados y se volvió de la noche a la mañana una activista en potencia.
Sin embargo, lo suyo resulta lo más frecuente.
Ensayábamos este verano el eternamente anunciado cortometraje Los guajes de la jaima, cuando en mitad de un diálogo, al leer la palabra “causa”, a los niños no pudo menos que entrarles la risa para, a continuación, rememorar esa canción de Kami Rapstyle que habla sobre “la causa conocida”. ¿Por qué? Porque para bien o para mal, con su edad, la inmensa mayoría no tiene sentido auténtico de la realidad.
Te dicen lo básico, pero desde su condición de niños, y sobre todo los primeros años que vienen, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que no están en lo que celebran. De que actúan casi por inercia, porque es lo que siempre han oído y lo que todos esperamos de ellos.
Irónicamente, actúan como embajadores casi sin saberlo, al despertar la curiosidad de quienes les rodean. Para taladrar durante dos meses sin palabras con un “el gobierno español nos abandonó hace 42 años en condiciones infrahumanas y aún estamos esperando a que alguien mueva un dedo”.
Y es que un niño no debería entender de política. No tendría que saber de conflictos, de exilios, ni mucho menos vivir en carne propia lo que es ser refugiado. Con su edad, habrían de preocuparse únicamente de jugar, de estudiar y de ser felices; pero la vida no les ha dejado. Cuando terminen los años del Vacaciones en Paz, la inmensa mayoría se pegarán la bofetada de quedarse en el desierto hasta quién sabe cuándo… Y entonces llegará el día en el que adquirirán verdaderamente conciencia. Y se harán adultos de repente.
Mientras tanto, seguiremos tratando de que, durante dos meses, olviden las duras condiciones en las que viven y en ese breve espacio de tiempo disfruten de lo que la vida -y los gobiernos, señores, y los gobiernos- les han negado.
Sin perjuicio, por supuesto, de aprovechar su estadía para remover todas las conciencias que podamos, protestar, buscar visibilidad y manifestarnos para que llegue el día en que no haga falta que un niño deba ser consciente de algo así.
Imprimir artículo
Si te ha gustado este artículo puedes compartirlo desde tu blog, página Web o foro.
0 comentarios :
¿Que opinas de este articulo? Tus comentarios siempre serán bien recibidos, ¡¡ Gracias !!