Cuando Christopher Ross fue recibido, por primera vez, en audiencia por el rey Mohamed VI, en Fez el 24 de febrero de 2009, le dijo al monarca que la autonomía, en el marco del Reino de Marruecos, era la solución para el conflicto del Sáhara Occidental.
Un mes antes el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, había nombrado a este veterano diplomático estadounidense, que ahora tiene 71 años, su enviado personal para el Sáhara Occidental. Antes desempeñó múltiples cargos en el Departamento de Estado -fue embajador en Argelia y Siria- siempre relacionados con el mundo árabe.
Dos años antes de ese nombramiento, en 2007, las autoridades de Marruecos habían ofrecido una autonomía para esa antigua colonia española que controlan en un 80% desde 1975. Sus adversarios saharauis del Frente Polisario propugnan, en cambio, la independencia mediante un referéndum de autodeterminación.
Ross era partidario de la autonomía y cinco años después lo sigue siendo. Lo reiteró, por ejemplo, a finales de junio cuando se reunió en Nueva York con una amplia delegación marroquí encabezada por Nasser Bourita, secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores. Les hizo, no obstante, observar que no podía decir en público que esa era la salida que él defendía para el conflicto.
Todos estos comentarios de Ross aparecen en los nuevos cables y correos secretos de la diplomacia marroquí que el tuitero que se esconde bajo el falso perfil de Chris Coleman lleva colgando desde principios de octubre. Pese a que propugna una solución que coincide, a grandes rasgos, con la propuesta de las autoridades marroquíes, estas abominan al enviado personal de Ban Ki-moon.
¿Por qué esa animadversión? "Ross ha demostrado su parcialidad y su actitud fundamentalmente hostil a Marruecos", reza otra nota de la diplomacia marroquí elaborada a principios de año. En otro cable Rabat subraya además sus "flagrantes contradicciones". La reprocha "eximir a Argelia" de cualquier responsabilidad, "hacer propuestas que rebasan su mandato", "marginalizar la iniciativa de la autonomía" para el Sáhara y "tratar de implicar a la Unión Africana" en el contencioso.
Por eso, "sin entrar en un enfrenamiento abierto con él, hay que desacreditarle", preconiza la primera nota. "Sin convertirle en víctima hay que forzarle a renunciar a su misión (...)". Para ello hay que "reducir al máximo sus visitas a Marruecos (...)". Entre periodistas, universitarios y parlamentarios hay que "dejar caer (...) un mensaje escéptico" sobre él. "¿Es el hombre de la situación?", es una de las preguntas que conviene repetir para desprestigiarle.
El mensaje no ha acabado de calar. De ahí que, una nota entregada, el 2 de octubre, al ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Salahedine Mezzouar, se esboce otra hipótesis: "evaluar la situación en su conjunto y calcular el precio político (...) de la posibilidad, para nuestro país, de rechazar al enviado personal" de Ban Ki-moon. Ello supondría enfrentarse con el Secretario General de la ONU y con el Departamento de Estado de EEUU con los que Rabat mantiene ya tensas relaciones.
Manifestantes apaleados
Pero, ¿qué ha hecho Ross para indisponer a las autoridades marroquíes? La respuesta aflora también en los cables. El 9 de abril de 2013, el enviado personal señaló, por ejemplo, en Rabat al entonces ministro de Exteriores marroquí, Saadeddin Othmani, que durante su visita a El Aaiún, la capital del Sáhara, "hubo manifestaciones pacíficas" pero "los manifestantes fueron aporreados por agentes civiles", "Marruecos debería de estar interesado en demostrar que la vida bajo soberanía marroquí es pacífica", concluyó. El comentario molestó.
Peor aún a ojos de Rabat. Ross fue recibido en Ginebra, en julio de 2013, por Navi Pillay, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Le manifestó su "decepción" porque EEUU haya retirado su propuesta, en abril de ese año, de ampliar el mandato de la Minurso (contingente de Naciones Unidas desplegado en el Sáhara) para que tuviera competencias en materia de derechos humanos. Es "un revés para la causa de los derechos humanos", recalcó el Enviado.
Le pidió a continuación a Pillay que efectúe una visita al Sahara y que "formule y respalde una recomendación para la inclusión de los derechos humanos en el mandato de la Minurso". La conversación entre ambos fue relatada al que era entonces embajador marroquí ante la ONU en Ginebra, Omar Hilale, por una de sus fuentes en el Alto Comisionado.
¿Por qué no quiere Marruecos que los "cascos azules" tengan competencias en materia de derechos humanos? Se crearían así, explica otra nota diplomática, "dos jurisdicciones paralelas", una marroquí en el norte y otra en el Sáhara donde regirá el mecanismo de Naciones Unidas.
Este mecanismo "debilitará la autoridad de Marruecos" porque tendrá un "efecto llamada entre la población" que acudiría a una Minurso ya encargarda de registrar las quejas, recabar información, investigar y hacer informes para la ONU sobre presuntas violaciones de los derechos humanos. Este pronóstico hace suponer que Rabat reconoce que los saharauis que residen en la antigua colonia española están descontentos.
Fuente: elmundo.es
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