¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Aires de nostalgia en la literatura saharaui

Paisaje de Taganet
Vuelvo a desempolvar viejos pergaminos del registro oral saharaui, aún latentes en la memoria colectiva de la sociedad para acercar a mis lectores momentos originales en la educación que la familia saharaui transmite como buen legado a sus miembros. En Tiris(1), la región del Sahara Occidental donde nací y pasé mi infancia, sus habitantes por naturaleza son amantes de la poesía, las tertulias, la buena oralidad y los géneros musicales de azauan(2) y elhoul(3). Y estos rasgos son los que muchas veces me llevan en mis escritos a escarbar sobre la heterogeneidad de estos géneros literarios del verso hasaní y su espacio nostálgico en la memoria colectiva. Esta vez me trasladan a un personaje de la talla de Mohamed Uld Adubba(4) el gran poeta de Taganet.

Se dice que “cualquier tiempo pasado fue mejor”; pero creo que el concepto o intención del refrán en sí sólo cobra sentido si buscamos lo transcendental de los más relevantes  hechos del pasado como referente histórico y guía de memoria. Hace poco dos amigos, de los territorios liberados y de los ocupados del Sahara Occidental, me escribieron. El motivo era para informarme de algo bueno que los saharauis siempre reservan como primicia en las noticias; algo que es reflejo del pasado de nuestra cultura saharaui y que persiste en nuestra literatura.

El primero me informó “Zemur está desbordado de aguas por las lluvias que cayeron en los territorios liberados en este mes de noviembre”. Qué inmensa alegría me invadió por la noticia, un sentir como si tuviera en mi posesión o a mi cuidado un centenar de cabezas de camellos, pensando siempre en la tierra y sus nómadas.
El segundo amigo, fue más contundente y breve. Me escribió desde su oficina en mi pueblo ocupado, Auserd. Posiblemente al hacerlo de su correo, lo hizo con total prudencia por si los marroquíes husmeaban y detectaban que tiene relación con un compatriota de los territorios liberados, campamentos de refugiados o de la diáspora saharaui exiliada en Europa, como es mi caso. Este último mensaje fue breve, condensando en siete palabras la información que generalmente se da con muchos detalles y al son de las tres tandas del ritual té saharaui. “Bahia, desde Bu Guetalla, buenas tardes, Tiris mashuba(5)”. La recepción de esta noticia cobra un profundo sentido de placidez y significado en el corazón de un saharaui. La lluvia es el embrión de la vida, la lluvia es hierba, la lluvia es la sonrisa del cielo, aunque a veces puede causar inesperados daños. Un dicho saharaui, en defensa de ese apreciado don del cielo, reza: السحاب ماتخسر الي ماصلحت “La lluvia compensará lo que ha destruido”.

En Occidente estos valores humanos que relacionan el individuo con su entorno natural  han sido sustituidos por un espíritu materialista que ha invadido el corazón de las personas. Y la noticia más relevante que hace reaccionar a estas sociedades, causando preocupación, alegría, asombro, sentimiento de unidad que llega a paralizar las arterias de una urbe de millones de habitantes, sería el equivalente a una victoria relevante en fútbol. Pocas cosas más movilizarían el corazón en las materialistas sociedades occidentales actuales.
El clásico poeta tirseño Salama Uld Eydud en los años sesenta escribía desde Tiris a su amigo el poeta Yedehlu Uld Esid; le daba la siempre buena noticia de esas tan ansiadas y bendecidas gotas de agua caídas del cielo, que humedecen los sedientos labios de camellos y el alma de sus amos.
Díganle a Yedehlu que esta morada
que limpia el alma es todo agua,
desde Tishia hasta El Mahyub,
del Guetma al pozo Deyan.
(…)

“La morada que limpia el alma” y “es todo agua”, así decía el poeta; un hermoso recorrido por la geografía en dos conceptos que se complementan entre sí para expresar el inquebrantable espíritu beduino saharaui, tanto en el campo como en la ciudad. La morada o lemrah, es decir el hogar de acampada y el agua de las lluvias en nuestra cultura son más que un bienestar que va y viene. Se mezclan júbilo, amor, vida y muchas efemérides, que al repasarlas nos llevan a una nostalgia conceptual, provocada por la buena nueva sobre las lluvias, el recuerdo de nuestros seres más queridos que se nos han ido o la añoranza por nuestros desplazamientos del pasado. Y el verso hasaní siempre fue el elocuente testigo en estos aires de nostalgia literaria.

Y como ejemplo de esta conceptual nostalgia que desde antaño ha estado ligada a nuestra geografía y su literatura, me remito a este talaa(6) del gran poeta de Taganet, Mohamed Uld Adubba. El poema o talaa está escrito y cantado en lebteit, el género por excelencia más dulce y suave de las gamas musicales de hasania, considerado el clímax del houl saharaui. Es la evocación a la patria de uno, recuerdos de buenos tiempos pasados, que se interpretan por el alma saharaui como la intrínseca vinculación del hombre con su geografía y literatura social. De este poema de Uld Adubba se deduce que no estaba en su tierra Taganet y que alguien de su entorno durante su ausencia le aportó alguna novedad sobre ésta en el mismo estilo y con semejanza en términos literarios en cómo lo hizo el poeta Salama Uld Eydud con Yedehlu Uld Esid.

عاﯖب ذلي فات امن اهلاك         لرض افلخلاﯖ المنكوب
شوفيلك يلعين ؤرذاك              حجرت تݣانت مسحوب
شوفيلك حجرت بيل انيار      اخظار ؤشوفي زاد احجار
ﯖافان ؤشوفي لخظار              في النعوى مزالت شوف
 ؤلرض اموجر فم الديار               ﯖط انزلتها مطروب
من لخظار ؤتبك من عار             نوبت تݣانت مجدوب
يخلاݣى حجمك بتكدار              زرݣيه ابعيد ابعد شوف
 منك منطرب ذلقرار                  و انت فلاه افذي انوب
عاﯖب ذلي فات امن اهلاك        لرض افلخلاﯖ المنكوب
شوفيلك يلعين ؤرذاك               حجرت تݣانت مسحوب
Tras esos tiempos de tormento
en los que el alma siente
la tierra quebrada.
Oh, ojos míos, después de todo,
disfrutad las torrenciales lluvias
caídas en las rocas de Taganet.
Mira alma mía las rocas Bil Enyar,
todo verde,
y también contempla las rocas
de Gafan y verás desde la distancia
aún en Neeui las verdes estepas.
En estos lugares de patria
permanecen viejas moradas y tiempos felices
que tú has vivido.
Llanuras de campos verdes
que lloraban la desgraciada sequía
que asoló Taganet en aquellos tiempos.
Oh, alma mía, que de nuevo
te desbordan recuerdos y nostalgias,
abandona tus desvelos,
tíralos lo más lejos de ti y alégrate
por tu decisión y refúgiate esta vez en Dios
tras esos tiempos de tormento
en los que el alma siente
la tierra quebrada.
Oh, ojos míos, después de todo,
disfrutad las torrenciales lluvias
caídas en las rocas de Taganet.

Leí no hace mucho en el periódico británico Daily Mail un artículo que hablaba de la nostalgia en sus diferentes manifestaciones. Decía que escuchar a los Beatles, puede generar un especial calor en el cuerpo al revivir tiempos que hubieran transcurrido con especial gratitud emocional en nuestra vida. Así lo refleja el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, en la canción que reza: “Perdóname si hoy busco en la arena, esa luna llena, que arañaba el mar”. Este artículo lo escribí tras escuchar el clásico músico mauritano Cheij Uld Abba en una velada musical, que data de los años sesenta y en la que cantaba este poema de Taganet.

La gran poetisa saharaui Ljadra Mint Mabruk, una vez me dijo, “en aquellos tiempos llevábamos nuestros ganados para finiquitar el verano en Taganet y el invierno lo pasábamos en Tiris. Muchos poetas saharauis dicen que Taganet es una porción de Tiris en la  topografía de Mauritania, y es por su semejanza geográfica. Este clásico en mi infancia mis padres lo escuchaban en nuestra jaima de la badia(7) y nuestra casa de Auserd.

Estos momentos de nostalgia que nos lleva a los felices años que hemos pasado en nuestra patria significan que estamos vivos culturalmente y que seguimos transmitiendo este legado que hemos heredado de nuestros eruditos, poetas, abuelos y bisabuelos. Ejercitar esta nostalgia que anida en nuestra literatura, tarea sana y grata, conserva y mantiene vivos nuestros vínculos con la patria.

(1) Región sur del Sahara Occidental conocida como la patria del verso, la erudición, los guerreros anticoloniales y los caballeros andantes.
(2) La música tocada en todas sus gamas desde el principio al final. Suele estar acompañada por recitación de poemas, cortos estribillos, que se llaman  shour o ashuar y comentarios de los músicos.
(3) Los dos géneros musicales de la música de la sociedad de los bidan, Sahara Occidental y Mauritania.
(4) Un clásico poeta hasaní, natural de Mauritania de gran prestigio literario que es conocido por su canto a la región de Taganet. Región que los habitantes del Tiris saharaui, iban con sus ganados de camellos en los cálidos veranos. Emigración a esta región que se debe a sus suficientes lluvias y pastos para los animales. Dicen los sabios saharauis que Taganet tiene algún parecido a Tiris, la tierra del verso saharaui. También es una región muy recurrida en la poesía saharaui y mauritana en hasania.
(5) Anegada en aguas, ha caído muchas lluvias, muy bien ha precipitado el cielo.
(6) Poema en hasania.
(7) Campos, llanos y sabanas que eclosionan con todo verde durante los buenos años de lluvia en el territorio.

Por Bahia M.H Awah


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