¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

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Mahmoud El-Haissan: «Torturado, firmé una confesión sin saber qué ponía»

Mahmoud El-Haissan, ayer en El Aaiún
Le doy una y otra vuelta a la conversación mantenida con Mahmoud El-Haissan, reportero saharaui de Rasd TV que hoy tenía que comparecer de nuevo ante el Tribunal de Apelaciones de El Aaiún, en el Sahara Occidental. Como suele pasar, las noticias de los territorios ocupados van y vienen y, por unas razones u otras, el caso es que ni los acusados ni los defensores acudieron al Tribunal. Aseguran que se había suspendido la vista en aras de la imposibilidad de Abdelkarim Bouchalga de asistir por cuestiones de salud, pero finalmente sí se ha celebrado -sin defensa ni acusados presentes- y ambos han sido condenados a una pena de 8 meses de prisión.

Aún con la cabeza llena de dudas y preguntas, porque esto hay que reconocer que suena inaudito, lo cierto es que ayer se palpaba en el ambiente la duda y la incertidumbre de El-Haissan, quien, tras pasar un mes en libertad provisional, aún no sabía  qué significa. Pasó cinco meses en la Cárcel Negra de El Aaiún hasta que fue condenado a un año y medio de prisión. Tres meses después, se celebra al fin el juicio de apelación y, sorprendentemente, el juez dicta una resolución de libertad provisional… Un nuevo status en que quedan Mahmoud El-Haissan y su compañero Abdelkarim Bouchalga, que no se corresponde en terminología estrictamente judicial con su situación, porque no estaban en prisión preventiva. Me preguntaba sinceramente de qué iba esto…

Para ver si salía de dudas, ayer se lo pregunté directamente a Mahmoud, pero reconozco que cuando me dijo «yo tampoco lo entiendo, no me han comunicado nada y no sé qué pasará», me descuadró. De sus palabras se desprende la preocupación por lo que vaya a decidirse en el Tribunal de Apelaciones de El Aaiún, aunque asegura que «ya nada me sorprende, puedo esperar cualquier cosa… Incluso, volver a la cárcel, pero sí sé que, pase lo que pase, nada cambiará mi actitud ni mis principios. Yo no reconozco este juicio de la ocupación». Serio, manteniendo en todo momento esa calma tensa que otorga la incertidumbre, Mahmoud El-Haissan me va contando detalles de su historia, aunque sabe que la conozco bien, porque la sigo desde el minuto uno de su desaparición.
Es un compañero de profesión, aunque no disponga de una titulación que rotule en su currículum que es Licenciado en Ciencias de la Información. Para mí el título no es imprescindible, porque la profesionalidad no viene implícita en el carné, sino que se gana en terreno, haciendo día a día el recorrido que termina con cada documento que supera la barrera del bloqueo informativo impuesto por Marruecos. Eso es lo que yo le reconozco a Mahmoud y a muchos otros saharauis a quienes con letras mayúsculas llamo periodistas, porque desafían a la represión política marroquí para documentar la realidad que vive el pueblo saharaui bajo la ocupación para que el mundo lo sepa, asumiendo el riesgo de terminar dando con sus huesos en una lúgubre celda en una prisión marroquí, algunos a cientos de kilómetros de sus familias, sólo por ejercer su Derecho a la Libertad de Expresión y a la Libertad de Prensa.

Él lo tiene muy claro. Es preso político porque es un reportero que resulta molesto para el régimen marroquí. «Soy editor y periodista -asegura El-Haissan-, reportero de Rasd TV y organizador del equipo en los territorios ocupados, representante de la Unión de Periodistas en El Aaiún y Secretario General del Colectivo de Protección de la Pesca -asegura-. Me encarcelaron por informar en televisión sobre hechos que revelan situaciones que comprometen a la ocupación marroquí; por mis escritos e informaciones publicadas en las redes sociales; por los informes que he realizado y enviado al exterior relacionados con el expolio y el robo de los recursos pesqueros saharauis por parte de Marruecos; por mi personal punto de vista como saharaui respecto al Derecho a la Autodeterminación de mi pueblo y por reconocer al Frente Polisario como su único representante; por mi opinión respecto a la ocupación marroquí y por mi participación en las manifestaciones pacíficas en reivindicación de los derechos de todos los saharauis»

La tragedia es que toda esta realidad está oculta bajo cargos acusatorios que le han culpabilizado de delitos como pertenencia a banda armada y ataques a efectivos de las fuerzas de seguridad. Por eso, cuanto más me cuenta, más ganas tengo de contarlo. «A mí no me detuvieron, me secuestraron en la puerta de mi casa efectivos de las fuerzas de seguridad marroquíes vestidos de paisano, me metieron en un coche que no tenía distintivo policial alguno y me llevaron a comisaría», afirma. ¡Vamos ya, la primera en la frente! No fue casualidad que el día anterior se hubiera emitido en la televisión saharaui un reportaje elaborado por Mahmoud El-Haissan en una manifestación que celebraba el éxito deportivo de Argelia en el Mundial de Brasil. Las imágenes dieron cuenta de la excesiva violencia con que la policía marroquí disolvió aquella concentración en la que los saharauis terminaron reivindicando sus derechos fundamentales. 

Aquel 2 de julio de 2014 se llevaron a Mahmoud El-Haissan por la fuerza y nadie sabía a dónde. Y él, sigue contando… «En el coche, me golpeaban una y otra vez, pero yo no sabía el motivo por el que me llevaban. No me dieron orden de detención, nada. En la comisaría, continuaron los golpes, la tortura psicológica y física, las vejaciones. Miembros del servicio de inteligencia me interrogaron sin parar, preguntándome qué tipo de cámara usaba, quién me enseñó a manejarla, quién me la proporcionó, con quién trabajo, para quién escribo, dónde cuelgo mis artículos….Su objetivo con esa presión era que yo firmara una confesión con cargos falsos y llega un momento en que firmas. Yo firmé una hoja que no sé qué ponía, no supe qué firmaba».

El juez no ha querido atender la denuncia de Mahmoud El-Haissan sobre las torturas sufridas, ni su reiterada declaración de inocencia frente a los cargos que se le han imputado. Sus abogados elevaron también la petición de una investigación exhaustiva sobre lo sucedido en aquellos interrogatorios, a tenor de que dieron fe de las evidentes señales de brutalidad en el rostro y cuerpo del acusado. Ni que decir tiene que no se ha hecho tal investigación. De la comisaría, El-Haissan fue directo a la cárcel Negra. 

He hecho muchas preguntas a ex-presos sobre cómo es la vida en la cárcel… Las respuestas coinciden en afirmar que en las prisiones marroquíes no hay presos políticos, que todos tienen acusaciones que no son ciertas y que se relacionan, en la mayoría de los casos, con delitos de terrorismo, narcotráfico, pertenencia a banda armada, vandalismo y agresiones o ataques a las fuerzas de seguridad marroquíes. También explican que los funcionarios de prisiones les tratan de modo muy distinto por ser saharauis, aplicando la política de a palo limpio con ellos sin contemplaciones. Y lo que comentan sobre las condiciones en las cárceles revuelve por dentro imaginando las celdas, hacinadas, con humedades, foco de enfermedades por falta de higiene… En fin, todo un despropósito de vergüenza ajena para este régimen marroquí que tanto presume de ser democrático. 

Por eso, entiendo bien lo que hay en el trasfondo de las palabras de Mahmoud El-Haissan cuando abre la caja de Pandora y empieza a relatar su tiempo allí. «Nos pusieron -incluye en su testimonio a su compañero de batallas legales Abdelkarim Bouchalga- en celdas aisladas, de muy mal olor, con humedades… Odio, racismo, amenazas, agresiones y todo tipo de torturas con las que pretenden anularte. Vejaciones a los presos, a los familiares que vienen a las visitas, registros exhaustivos por sorpresa, interrogatorios constantes, provocaciones y privaciones de lo más elemental para cubrir las necesidades humanas básicas… Nuestras quejas no se entregaban a tiempo o, simplemente, no se entregaban, pero conllevaban represalias del director de la prisión, que nos mandaba a celdas de aislamiento»

«Abdelkarim está mal por los malos tratos en la cárcel»

Su voz grave se entrecorta de repente… Piensa en su compañero Abdelkarim Bouchalga, que se encuentra internado en un hospital psiquiátrico en Agadir tras haber perdido la memoria y mantener un comportamiento propio de una enajenación mental, y El-Haissan se lamenta… «Abdelkarim está recibiendo tratamiento psiquiátrico en Agadir, ofrecido por su familia, y su situación se deriva de los malos tratos y las presiones que recibió en la cárcel». Me comentaron hace tiempo, cuando empezó a ponerse mal, que los funcionarios de la prisión le inyectaban por la muñeca medicamentos muy fuertes cada vez que Bouchalga sufría crisis o ataques que parecían epilépticos. En general, aseguran que todos allí pensaban que el empeoramiento progresivo de su salud se debía a esas inyecciones, que tras varios días, le dejaban «tirado, como drogado»

No quería despedirse Mahmoud El-Haissan sin agradecer a todas las organizaciones, asociaciones, activistas, compañeros de profesión y amigos de la causa el apoyo recibido. «Como periodista saharaui que ejerce su profesión en un territorio ocupado, pido a todos que, por favor, participen activamente en la ruptura del bloqueo informativo y apoyen las acciones dirigidas a protegernos». Antes de cortar, le di las gracias a él, porque es de ley.

Fuente y foto: © Elisa Pavón / Activistas de Resistencia Saharaui en TT.OO.


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